Coima de vigilante

Antes de la aprobación de la Ley Orgánica de Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial, se observaba una aptitud un poco flexible en ciertos vigilantes, en solicitar coimas. Ahora, acuden al chantaje.

Con sus argumentos, unos superan al cuentero de Muisne. Tratan a toda costa de meterle la mano al bolsillo del conductor, con la rebaja de puntos y multas exageradas de acuerdo a la nueva ley; para lo cual de manera por demás desvergonzada, solicitan una suma que es menor a la voluminosa que significaría la aplicación de la pena por la infracción cometida.

El 26 del presente mes, aproximadamente a las cuatro de la tarde, uno de mis hijos me llamó nervioso indicándome que había chocado mi vehículo en la ciudadela Kennedy Norte; en una calle cerca a la Carbo Quil, donde existe un pare que no se lo observa porque está entre dos árboles.

Le indiqué que le dijera al dueño del otro vehículo, que nuestro seguro cubriría todos los daños; habiéndose puesto de acuerdo y solucionado en buena forma el accidente.

En eso pasó por ahí un motorizado de la Comisión de Tránsito, quien utilizando su celular, llamó a un compañero que se hizo pasar por “la central de radio”, a la que según ellos, un vecino había reportado el choque; adujo que debía llevar los vehículos al canchón de la CTG y que eso costaba 400 dólares más los gastos de abogados, el tiempo, etcétera. Solicitó 100 dólares para  arreglar el asunto. Intervine, pero la prepotencia de este mal servidor fue tal, que opté por retirarme.

Mi hijo luego me informó que habían negociado en 60 dólares. Actitudes como estas son muy frecuentes.

Ya es hora de que limpiemos de esta institución, estas acciones que deterioran más su ya alicaída imagen que poco o nada aporta al mejoramiento del tránsito, y a nuestra seguridad pública.

Ya es hora que se ponga en práctica el tan cacareado poder ciudadano, y tratemos de sentar en el banquillo de los acusados, a unos  camuflados bajo un uniforme.

José Vicente Granizo Muñoz,
economista, Guayaquil