‘La fe se transforma en obras y acciones’, constituyó una de las frases  preferidas de monseñor Leonidas Proaño Villalba, para justificar los repetidos logros alcanzados a lo largo de su reconocida labor pastoral que bordeó las cuatro décadas.

Pero no todo le resultó fácil a Proaño en su acción sacerdotal identificada con los indígenas y pobres de los sectores donde trabajó, pues fue rechazado y perseguido por terratenientes y algunos jerarcas de la Iglesia que lo consideraban agitador social, apartado de su misión.

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Aun así, su vocación de servicio prevaleció y representa un referente contemporáneo para quienes abrazan y continúan los preceptos, y también para quienes en más de una ocasión escucharon y ahora multiplican su palabra.

De este ex obispo de la diócesis de Riobamba, poeta, escritor a quien en 1986 se propuso como candidato al Premio Nobel de la Paz, hoy se celebra el centenario de su nacimiento, que ocurrió el 29 de enero de 1910 en San Antonio de Ibarra, provincia de Imbabura.

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Proaño Villalba, hijo de padres tejedores de sombreros de paja toquilla, se ordenó sacerdote en 1936; de 1954 a 1985 fue obispo de Riobamba y emprendió campañas de alfabetización, impulsó el proyecto de Escuelas Radiofónicas Populares y entregó tierras de la Iglesia a los indígenas o les construyó centros de capacitación técnica en esos predios.

Sin dejarse vencer por los ataques de muchos detractores y acusaciones infundadas que lo privaron de su libertad se convirtió en un verdadero líder internacional y dio consejos a colegas, grupos misioneros y cuantos lo buscaban.

En 1985 el papa Juan Pablo II lo reconoció como el Obispo de los Indios.

Tras su retiro en 1985 recibió múltiples condecoraciones, especialmente doctorados honoris causa y el premio Bruno Kreisky de Viena, Austria. Murió el 31 de agosto de 1988 en Quito, en casa de su amigo el cardenal Pablo Muñoz Vega y lo vistieron con el poncho rojo que solía usar.

Actualmente hay centros educativos, avenidas e instituciones del país que ostentan su nombre; asimismo, hay monumentos y parques que evocan su obra social e intelectual rubricada con su célebre libro Rupito y la emblemática frase: “Tú te vas, pero quedan los árboles que sembraste”.

Textuales: Su obra orientadora
José Gómez Izquierdo
Sacerdote  (+)
“Leonidas Proaño está presente en el papel cada vez más protagónico de los indígenas, en la construcción de un Ecuador en el que desaparezcan las exclusiones debidas al poder...”