Al observar la inmediata reacción que tuvo Eduardo Frei, candidato perdedor de las elecciones en Chile, es inevitable sentir una enorme sorpresa e impresión al hacer la inevitable comparación con lo que sucede en el Ecuador cuando se dan eventos similares.

Una enorme altura demostró también la presidenta Bachelet al llamar a felicitar a Piñera, y la reacción de este no se queda atrás al pedirle consejo, el cual reconoce, le servirá para conducir de mejor manera el destino de Chile.

¿Cuáles son las frases a las que estamos acostumbrados los ecuatorianos a escuchar cuando se cierra una votación, por parte del candidato perdedor?: “Contaremos voto a voto porque nada está definido” (en realidad es inobjetable que lo derrotaron, pero suele suceder que es el único en no aceptarlo); “Tenemos serios indicios de irregularidades y fraudes que se han sucedido en tal provincia” (son las acostumbradas excusas y cortinas de humo que suelen levantar sin pruebas de ninguna clase).
 
Y cuántos ejemplos hemos tenido de presidentes salientes que no tienen la más mínima conciencia de que es su obligación buscar un acercamiento con quien será su sucesor, por el bien del país; y más bien hacen todo lo contrario, demostrando su real estatura política.

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Para los valientes políticos ecuatorianos, felicitar y reconocer la valía del candidato vencedor significaría demostrar debilidad y podría afectarlos en su imagen y futuro político; más popular es denostar al ganador y empañar de cualquier manera su victoria. Esa es la realidad que vivimos y que puede ser la causa de tantas equivocaciones que hemos cometido en los últimos años.

La sociedad ecuatoriana aún sigue trastocando los valores y no le da la debida importancia a la sencillez y bajo perfil. Aún no alcanzamos la madurez adecuada, y seguimos dejándonos impresionar y emocionar por la verborragia y el ego de personas que no tienen la grandeza de desempeñar algo tan digno como la Presidencia de la República.

Roberto X. Estrada,
Guayaquil