Alfonso Reece D.
Los medios de comunicación son instrumentos que nos permiten expandir la capacidad de comunicación que naturalmente tenemos, siempre son cosas.
Por ejemplo, un megáfono permite aumentar la capacidad natural de comunicación de mi voz. Si algún chifladito se pusiese a lanzar insultos con uno de esto aparatos a Su Majestad y un acucioso comisario metiese preso al megáfono, pensaríamos que tal funcionario no es demasiado inteligente. Lo mismo provoca creer de los que se empeñan en emitir una ley que castigue a los medios por incumplir tal o cual normativa.
A primera vista parecería que no hacen sino seguir una aberración ideológica que les lleva a creer que los colectivos existen en realidad. Seguramente vieron algún día al Municipio de Guayaquil subiéndose al bus o a la empresa Texaco paseando por la playa, por eso piensan que las asociaciones tienen sustancia en sí. No hay tal. Las organizaciones, entidades o grupos son ficciones conceptuales, lo que tiene varias consecuencias, entre ellas que no pueden ser sujetos de derecho penal. Las frasecitas como “el Perú es nuestro enemigo”, “la oligarquía nos explota” o “Estados Unidos nos ataca”, que personalizan a un colectivo, siempre son falacias que pretenden encubrir alguna depravación. El Perú no odia a nadie, ni ama tampoco; la señora oligarquía no es dueña de una sola acción de empresa alguna; y hasta ahora nadie ha podido probar que Estados Unidos haya pilotado un avión o una moto...
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Algunos farautes me dirán... ¡pare, pare!, ¿qué quiere decir faraute? Tiene varias connotaciones: recadero de segunda clase, actor que recita loas, persona bulliciosa y entremetida, vanidoso que exhibe un orgullo ingenuo...
¿ya me captan? Algunos farautes me dirán “¡¿y qué quiereff, que los medios digan cualquier cosa?!”. M’hijito, ¿usted no era el de esa anécdota?... la de un hombre que contaba que su lora decía “la patria ya es de todos”, a lo que un bobito le responde “eso no es nada, yo tengo un zapato que dice Nike”.
Los medios no “dicen” nada, son los periodistas y editores responsables los que dicen cosas, usando plumas o micrófonos, y estos sí deben tener responsabilidad, como la tiene cualquier cristiano, es decir, ante los tribunales ordinarios de justicia, juzgados por leyes ordinarias.
Pero, ya quisiéramos que sean tan ingenuos que crean que poniendo cadenas a las cámaras e imprentas han “castigado” a los discrepantes. No, si no tienen nada del bobito del cuento... bueno, no todos. Lo que quieren es cogerse los medios para luego privatizarse a través de algún grupo “afín” y darles chamba a sus panelas, que tanto han ayudado hablando, escribiendo y filmando, para hacerles masa a los periodistas mediocres y corruptos... O, bueno ya, sin privatizar, pero igual acomodar a la jorga. Si van con estas intenciones, les tengo un lindo nombre para su nueva cadena: Farau TV; suena bonito y nadie va a entender, lo que siempre es una ventaja.