Cuando Barcelona y Emelec, las novenas del Astillero, le dieron la espalda al torneo oficial de béisbol mayor apareció la figura del club del colegio Americano que pudo juntar algunos jóvenes y unos cuantos veteranos, con los que armó un conjunto que se fue amalgamando poco a poco a medida que el certamen se fue desarrollando.

Clasificaron para jugar los playoffs en los que le quitaron la hegemonía a Fatty al conquistar el campeonato en una final que se definió en los últimos tramos de manera dramática, en juego extra.

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La presencia del Americano en el béisbol guayaquileño no es de ahora. Siempre estuvo activo. Algunas veces con mucha fuerza. El interés por este deporte, de trascendencia en la vida de los estadounidenses, viene desde épocas pasadas, con directivos como Robert Allan Reed, Miguel Roque Salcedo, Laura Macías, Tito Baratau, entre otros.

Por las aulas de ese colegio pasaron beisbolistas porteños que luego se convirtieron en peloteros estelares y llegaron a jugar en primera división, e incluso integraron algunas selecciones  nacionales. Entre ellos destacan Diego Pimentel, Álvaro Cañarte, el primer pelotero ecuatoriano que firmó para jugar como profesional, Felipe Maldonado, Jorge Miranda, Marcos Maruri, Alberto Pincay, Javier Moreira y los hermanos Cañizares.

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En épocas anteriores el béisbol manejaba mayormente por esfuerzo de los padres de familia que intentaban cubrir todo el presupuesto, pero que luchaban hasta que sus hijos querían jugar y esto no permitía mayor continuidad y siempre había que empezar de nuevo.

En este año, que está por terminar, las actividades beisbolísticas fueron mayores debido al gran impulso que le dieron sus directivos liderados por el doctor Keith Miller, su director de deportes, Billy Dwyer, y miembros del directorio del club del colegio Americano como Francisco Andrade, Jorge Segura y Mike Kreis.

Tomaron el control de todos sus equipos y también asumieron los altos costos. Contrataron más y mejores entrenadores, mejoraron el campo de juego, consiguieron nueva implementación y participaron en todas las competencias: selectivos, torneos infantiles, escolares, colegiales, juveniles y de mayores. En sus instalaciones se jugó nuevamente un certamen  internacional en el que se congregaron gran cantidad de equipos locales y visitantes.

Los resultados, hasta el momento, son buenos: campeón en la categoría de mayores, subcampeón en juveniles y en las categorías infantiles tiene equipos competitivos.

No hizo falta escuchar extrañas voces como en la película El campo de sueños para hacer en canchas de Guayaquil lo que todo estadounidense sueña: jugar o difundir la práctica del béisbol. Eso es lo que ha realizado el colegio Americano.