Es una fruta que a su primer hijo, Leonardo, de 2 años, le apetece, que le pide, aunque apenas puede pronunciar la palabra “mango”. Ese gusto empuja a Juan Carlos Mera, de 21 años, a comprar el producto antes de su regreso del trabajo a la casa. La tarde del miércoles pasado pagó 50 centavos por seis unidades, antes de subir al bus con destino a la cooperativa Balerio Estacio.