AGENCIAS-INTERNET
NUEVA YORK, EE.UU..- El golfista Tiger Woods era distinto, o parecía serlo: tenía un talento único y una imagen impecable, cuidadosamente cultivada. A diferencia de tantos otros deportistas, le complacía ser considerado un ejemplo digno de imitar. Pero resultó que, como ocurre tantas veces, lo que ofrecía era demasiado bueno como para ser realidad.