La diversidad de la ciudad de Quito no encuentra puntos de comunión, sostiene Alfredo Santillán, sociólogo de la Universidad Católica, de esta ciudad, y coordinador del Programa de Estudios de la Ciudad de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
P: ¿La ciudad diversa conlleva pugnas que impiden una mayor inclusión?
R: La diferencia cultural no está dada solo por venir de un lugar (provincia, región o país), sino del interior de la ciudad. No es solo la gente que ahora está en Quito y que antes no estuvo. Es la globalización y los procesos culturales grandes del siglo XX. El rock, por ejemplo, ha tenido problemas para ser incluido en las fiestas. La política cultural del Municipio ha sido: ‘ok, hay rockeros y tienen derecho, pero su forma de celebrar es entre rockeros; les vamos a dar espacios, auspicios, seguridad para que hagan su festejo’.
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¿Existen varias ciudades en una sola urbe?
Hay una explosión de diversidad, pero nunca ha sido una ciudad unitaria.
La gente puede tener más vínculos en comunidades virtuales (en internet) que con su barrio. No hay espacios de encuentro. ¿Dónde se encuentran rockeros, hiphoperos, punkeros, pasilleros y los que van a la plaza de toros? No se encuentran.
La ausencia de esos espacios también depende de la sociedad y no solo del Municipio.
Son ambas cosas. Hay un proceso físico de segregación. Por eso es que parecemos mundos tan distintos.
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Los del norte se sienten en otra ciudad cuando van al sur y viceversa. Es una ciudad descompensada... Vivimos juntos, pero no revueltos.
Cree que aún pesan los estereotipos.
Eso aún no pasa y esos grupos enfrentan resistencia y tensiones. Si tengo una vestimenta, tatuajes y aretes debo tener el mismo trato que las personas de terno.
¿En el 2009, Quito sigue siendo la Carita de Dios?
Mucho del imaginario tradicional viene de las primeras décadas del siglo XX: el Quito romántico, el de las estrellas en la noche, la Carita de Dios o el Balcón Quiteño...
¿Y ha cambiado?
Mucho. Ser la capital le ha significado ser el epicentro de la modernización de los años cincuenta, del boom petrolero de los años 70, del desbarajuste neoliberal de los 90 y, de alguna manera, del proceso de inserción global.
¿El crecimiento podría traer nuevas señas de identidad?
Hay síntomas característicos de grandes ciudades, no de megalópolis, pero sí de grandes ciudades.
Antes los problemas de la ciudad eran el agua, el alcantarillado, la luz, la basura. Ahora están la seguridad, la violencia, la criminalidad, el tráfico, etcétera. No sé si le dan nueva identidad, pero ha despertado un sentido de nuevos problemas.