Albert Einstein decía: “Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer superarla”.

Es suficiente, ¡basta ya!
Creo que debemos tomar una decisión esperanzadora con miras a promover nuevas bendiciones en nuestro continente y en nuestro amado país: que los inútiles empiecen a utilizar su inteligencia.
Que los negativos abran la boca para construir.
Que los que piden cambios presenten proyectos.
Que los mediocres se conviertan en líderes.
Que los ciegos demagogos empiecen a poner los pies en la tierra.
Que las armas se conviertan en libros.
Que los cambios sean la base de la revolución  del país de colores, deleite y armonía que necesitamos.

Diego Merino Naranjo,
Quito