Al del país de las arepas, al que se mete en todo lo que no es de su incumbencia porque no contento con oprimir a su pueblo quiere hacerlo con los de otros países e involucrarlos en sus problemas y pretensiones de guerra; ¿también debemos soportarlo en Ecuador? ¡No!, aunque sus recetas, desgraciadamente, son copiadas en nuestro país, como el no hacer nada para solucionar los apagones.
Además se mete a opinar, a amenazar, a insultar a autoridades de otros países y ciudades del mundo.
A la República de Ecuador la cree otra sucursal suya, le ha operado gratis de los ojos a parte de su gente; le dio “gratis” al Estado aviones destartalados y vueltos a pintar; le dice al de Carondelet lo que tiene que hacer con el pueblo, cómo insultar y enemistarse con Colombia y los Estados Unidos; cómo contentar y ser simpático con Castro, etcétera. Ojalá no se le ocurra recomendar mandarnos a bañar –como hace con los venezolanos– en tres minutos, por la falta de agua.
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Que aquel del Caribe no meta su lengua ni su nariz en ningún país ajeno; y, por su parte, el que es de Ecuador y elegimos los ecuatorianos para que cumpla nuestros mandatos (porque mandantes somos el pueblo, que lo pusimos en ese puesto para que haga lo que le pedimos) y solucione definitivamente lo más pronto el asunto de la escasez de energía eléctrica en Ecuador, y no culpe a los presidentes que lo antecedieron, porque él se metió a gobernar para solucionar, no para llorar ni excusarse.
Carola M. López,
Quito