Ya han pasado cuatro años desde que Carlos (nombre ficticio) estuvo secuestrado en la provincia de Loja por cerca de un mes, pero aún continúa luchando contra sus miedos a la oscuridad y el sonido de cadenas que le dejó el plagio.
“Todo se ve de diferente forma luego de que uno pasa a ser una mercancía en las manos de unos desadaptados”, explicó el azuayo de 45 años que vive en Loja desde muy chico y que hace parte de la lista de 37 secuestrados en el 2005, según la Unidad Antisecuestro y Extorsión de la Policía Nacional (Unase).
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Cifras oficiales revelan que en el 2006 hubo 47 plagios denunciados a la Policía; en el 2007, 36; y en el 2008, 26.
Entre enero y octubre del 2009, la Unase ha conocido 26 casos, de los cuales 25 terminaron en la liberación de los secuestrados debido a diversos factores: al pago del rescate exigido por los delincuentes, a que los captores los abandonan cuando se enteran de que la Policía les seguía la pista, y a los operativos de rescate de las unidades especializadas.
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Del caso pendiente por resolver no se han dado datos por seguridad del secuestrado.
Las autoridades reconocen que el número real de secuestros es más alto, pues las estadísticas solo registran los notificados a la Policía.
Sin embargo, solo ese registro confirma que lo que está detrás es un ‘negocio’ millonario.
Según los registros de la Unase, en el 2009 se han exigido más de $ 69 millones por liberar a las víctimas, no obstante, $ 79 mil fueron a parar a manos de los secuestradores. En el año 2008 hubo 26 secuestrados, se exigieron $ 27,5 millones y se pagó como rescate $ 429 mil.
Este año, Guayas ha sido la provincia más afectada por este delito, con 9 casos; le siguen Manabí y Pichincha, con 3 secuestros en cada provincia.
En los primeros 14 días del mes de octubre del 2009, el lojano Armando Berrú y el carchense Simón Lucero fueron liberados por acciones de la Unase y del Grupo de Acción Unificada para la Libertad Personal (Gaula, de Colombia). Las dos bandas de secuestradores solicitaron $ 6 millones por Berrú y $ 25 millones por Lucero. En ninguno de los casos se pagó rescate alguno.
El secuestro de Berrú sucedió en Quito. Lo llevaron hasta una finca ubicada en el km 535 de la vía Perdernales-Muisne, de donde lo rescataron miembros policiales. En cambio, a Lucero lo llevaron desde Tulcán a una zona de serranía en el departamento de Nariño, Colombia.
Debido a la presión de las dos agencias policiales, Unase y Gaula, los captores abandonaron al empresario ecuatoriano, tras 96 días de cautiverio, en la localidad colombiana de Las Cruces de San Juan.
La indígena artesana Adriana Muenala Picoasí, de 23 años, fue liberada el 24 de octubre pasado en Otavalo (Imbabura), según su familia por presión de la Unase, tras catorce días de secuestro.
Para Carlos, Armando Berrú, Simón Lucero y Adriana, que ahora están libres, el drama no ha pasado del todo. Les viene enfrentar algo tan difícil como el mismo secuestro: el reincorporarse a su vida. El tiempo de recuperación es variable, según psicólogos.
Recomendaciones: Para evitar ser víctima
Movilización
No circule por la misma ruta siempre. Trate de usar vías alternativas, tanto de ida como de regreso a la casa o al trabajo, para que gente desconocida no pueda conocer sus rutinas.
Gente cercana
Indague los antecedentes de las personas que viven o laboran con usted por seguridad.
Sin excesos
No exagere con el uso de joyas, dinero, automóviles, para no llamar la atención.