Desde pequeños nos inculcaron que la escuela es nuestro segundo hogar.

Ese hermoso calificativo con que la maestra de lenguaje nos recreaba  una imagen  acogedora, ya no tendrá el mismo significado para los padres de Geovanna Arellano, y menos para esta pequeña a quien su final tan absurdo e inexplicable le llegó por una pared mal puesta y mal acabada.

Si en la escuela fiscal mixta Juan Montalvo ha estado a la vista el desperfecto de la pared que “viene desde hace mucho tiempo” ¿por qué no convocaron a padres, autoridades, maestros, Gobierno (que se jacta tanto de  haber reparado escuelas y colegios del país)? Es verdad que a las escuelas y colegios no  se les permite algún tipo de autogestión y cuota; pero en este caso no le hubiesen  hecho caso a tal disposición, y así    no estuviéramos hoy lamentando un hecho tan doloroso.

Publicidad

Rosa García Ronquillo,
abogada, Guayaquil