Pudiera pensarse que los cónyuges son los principales receptores de las remesas que envían los ecuatorianos residentes en el exterior, pero lo cierto es que el dinero llega, principalmente, a los abuelos, suegros u otros parientes como yernos o nueras.

Las cifras que se desprenden del estudio “Remesas, pobreza y desigualdad: el caso de Ecuador”, del Real Instituto El Cano, son elocuentes. Apenas el 6,31% de esposas o esposos son destinatarios de transferencias frente al 66,6% que representa el resto de allegados. Los hijos reciben dos de cada diez giros.

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Iliana Olivié, integrante del equipo de investigadores que elaboró el informe, reconoce lo sorprendente del dato. El informe, efectuado en 2007, analizó 937 hogares de ocho provincias que declararon haber recibido remesas durante los 12 meses previos a la entrevista.

Olivié sostiene que en los procesos de reagrupación familiar reside la explicación a este comportamiento. Pero no es la única razón, advierte la experta. La inmigración ha propiciado, además, un aumento en las rupturas conyugales.

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Un año ha transcurrido desde la última vez que María de los Ángeles Pineda, empleada doméstica, nacida en Quito envió a su pareja el dinero para que la familia pueda llegar a fines de mes. La distancia acabó por romper el hogar.

“Mi marido no aguantó la presión de ser madre y padre, a la vez. Se fue de casa con otra y mis dos niños quedaron al cuidado de sus abuelos”, relata con desasosiego. Su historia, aunque con matices, forma parte del imaginario colectivo y eso también se refleja en el flujo de dinero que circula entre los países de origen y de destino de los migrantes.

El estudio de El Cano no solo demuestra el escaso impacto de las remesas en los niveles de pobreza, acompañado de un efecto negativo, aunque moderado, en la distribución de la renta. Permite desmontar también uno de los tópicos más extendidos, el de la fuga de cerebros internacional.

“Lo que en realidad ocurre es una fuga de cerebros nacional, porque no hay una diferencia cualitativa entre el trabajo que desempeñaba el emigrante en origen y en destino. En Ecuador no se está capitalizando los estudios adquiridos por sus ciudadanos”, apunta Olivié.

El empleo en sectores que no requieren una alta cualificación se daba en el país antes de empezar el proceso migratorio.

El 62% de inmigrantes laboraban en Ecuador como vendedores, costureras, albañiles, mecánicos, carpinteros, empleadas domésticas, taxistas o peones agrícolas. Es decir, ocupaban puestos similares que ahora en España, Estados Unidos o Italia.

Los extranjeros residentes en España enviaron 1.673 millones de euros a sus países de origen en el segundo trimestre del 2009. Esto supone una reducción del 13% en comparación con el mismo periodo del año anterior.

El destino
Las remesas (79,07% del volumen total) son enviadas desde España a Ecuador por personas originarias de las provincias de Azuay, Guayas, Pichincha y El Oro.

Los estudios
La mayoría de esos inmigrantes que envían dinero (57,82%) ha cursado estudios de secundaria y menos del 20% tiene estudios superiores.