La desvinculación paulatina de la Armada Nacional de la estatal petrolera Petroecuador comenzó a gestarse, la semana pasada, con una sesión ordinaria, a la que asistieron Luis Jaramillo, comandante de la Marina, y representantes del Ministerio de Recursos no Renovables.

En ella se analizaron los programas que deben extenderse y cuáles deben ajustar su cronograma de trabajo.

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La Marina dejará la administración de la petrolera el 21 de diciembre próximo.

Jaramillo señaló que el estado de excepción declarado por el presidente Rafael Correa para Petroecuador obligó a reestructurar los planes que la Armada ejecuta actualmente, aunque no quiso adelantar cuáles.

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El oficial, en cambio, se refirió a los cinco ejes que el Gobierno le encomendó cumplir desde el 2007. A su criterio se han cumplido completamente.

Relató que la primera misión de levantar la producción de crudo se cumplió, ya que hasta el 2007 los pozos petroleros en manos del Estado no producían más allá de los 162 mil barriles diarios, mientras que en la actualidad llegan a los 183.700.

En términos de efectividad en el trabajo de las refinerías del país, Jaramillo sostuvo que del 70% de la capacidad de producción que presentaban en el 2007, hoy las refinerías de Esmeraldas, Shushufindi y La Libertad tienen un promedio de efectividad en la capacidad de producción del 100%.

“Para la comercialización utilizamos estrategias que permitieron revalorizar el crudo ecuatoriano; cuando llegó la Marina el crudo Oriente se castigaba con menos $ 22 y el crudo Napo con menos $ 24, hoy el Oriente está con menos $ 6...  y eso ha sido un logro muy significativo”, relató Jaramillo.

Respecto a la transportación del crudo ecuatoriano, el Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) trabaja en un promedio del 110%.

En la sesión se revisaron también los procesos que serán conducidos por la nueva administración de Petroecuador a partir de diciembre.

Personal
El comandante de la Marina, Luis Jaramillo, aseguró que en la actual administración de Petroecuador se privilegia el talento humano y la gestión por competencia y perfiles.

“Antes esto se adecuaba a un clientelismo político que  caía en el tráfico de influencias:  hoy en día las personas que se quedan en la empresa tienen una evaluación que demanda la meritocracia”, sostuvo Jaramillo.