El 22 de julio del 2009 me visitaron empleados de la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT) ofreciéndome el servicio de internet. Suscribí un contrato porque me interesó la oferta. El 31 de julio me instalaron el sistema; funcionó hasta el 18 de agosto. Desde esa fecha hasta ahora, no ha vuelto a funcionar. Según el contrato, inmediatamente comuniqué el problema a cierto número telefónico destinado para eso.
Luego de insistir algunos días, vinieron empleados de la contratista de la CNT para el internet, a inspeccionar, y dijeron que tal arreglo le corresponde a dicha Corporación, ya que “el daño es en las líneas” y que ahí yo debo reclamar. Me acerqué entonces a la CNT de esta ciudad de Milagro y comenzó el popular “peloteo”, porque acá me indicaron que vaya a reclamar a la empresa contratista en Guayaquil; también me dijeron que yo tenía la culpa por haber contratado a esta y no con CNT, y que aquellos sabían que “las líneas están atenuadas y no podían soportar la carga de internet”.
Fui a Guayaquil y allá me explicaron que deben hacer “una inspección conjunta con los de CNT”. Llamo por teléfono todos los días a la empresa contratista y no me contestan (talvez tienen identificador de llamadas), y cuando unas veces lo hicieron, me dijeron lo mismo: “Mañana van a arreglarle”; o si era viernes: “La próxima semana van”. Cada vez que acudo a la Corporación Nacional de Telecomunicaciones de Milagro me vuelven a repetir que reclame en Guayaquil. Lo más grave es que en la factura telefónica está incluido el internet. Como no he pagado –porque no voy a pagar algo que no he tenido (el internet)–, mi teléfono solo recibe llamadas. Ahora, si no pago la siguiente factura, me dejarán sin servicio telefónico y luego hasta me quitarán la línea.
Si las líneas telefónicas no soportan el uso del internet, no deberían ofrecer este servicio, y si nadie quiere responsabilizarse por los daños, eso es peor, ya no solo es negligencia sino estafa.
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Atífedo Escobar Sotomayor,
ingeniero, Milagro, Guayas