Todo el país lo pudo ver. Delante de las cámaras y utilizando el peor lenguaje, el Presidente de la República ordenó a un canal de televisión del Estado que suspenda la transmisión de un progra ma sensacionalista.

Conclusión: los canales, radios y diarios públicos responden a los deseos del Gobierno y no a sus directivos.

Asimismo, delante de las cámaras el Primer Mandatario se dirigió al Conatel para que clausure Teleamazonas por haber transmitido una grabación que está disponible para todos en internet. Conclusión: los organismos de control que deberían ser independientes no lo son. También están atados a la voluntad del Gobierno.

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Son solo dos ejemplos de cómo todo el poder del Estado se ha ido sometiendo al Ejecutivo. Esperar, en esas condiciones, que las decisiones de cualquier institución sean independientes es completamente ilusorio; pero eso no nos exime a los ciudadanos de la necesidad de expresar nuestro rechazo a semejantes métodos políticos.