Defensa de la revolución. Con esa consigna surgieron grupos de
ciudadanos en Cuba (desde 1960) y en Venezuela (desde 1999). La
legislación que los rige y testimonios de quienes han vivido en esos
países dejan ver que experimentan realidades diferentes.
Mientras en la isla, que hoy dirige Raúl Castro, la organización de más de medio siglo de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) es firme y agrupa a más del 80% de los 12 millones de habitantes, en el país del presidente Hugo Chávez cada vez son menos. Expertos estiman que hay 13 mil Consejos Comunales (CC), en los que estarían menos de 10 millones de los más de 24 millones de habitantes.
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“En el 2007 se conocía la existencia de unos 18 mil grupos, pero en una cumbre social, el Presidente dio la cifra de 26.000 CC, pero debe haberse reducido en el 50%”, refiere María Pilar García-Guadilla, investigadora de la Universidad Simón Bolívar de Caracas, quien sostiene que el principal motivo para la disolución de los CC es la falta de dinero, pues “existe una relación clientelar y, en la medida en que los recursos se han ido gastando o no se han otorgado, muchos grupos se han desactivado”.
En ambas naciones los grupos aglutinan a las personas mayores de 14 años. En Venezuela, cuando llegó Chávez al poder hubo gente de la oposición que también formó los CC para buscar obras en barrios o por zonas, pero con el tiempo, cuando quisieron obligarlos a ser parte del Partido Socialista Único de Venezuela, se retiraron; los CDR cubanos, en cambio, se organizan por cuadras, ejercen control sobre todos los ciudadanos y encaminan las órdenes de la dirigencia del partido comunista. Por ejemplo, de ellos depende que los jóvenes logren ingresar a la universidad o que la gente pueda adquirir ciertos bienes.
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“Si alguien está construyendo una casa y ha colocado un foco de más, automáticamente lo reportan a los jefes para que hagan el control”, comenta Fidel Márquez, catedrático cubano.
Otros cubanos, que prefieren reservar su identidad, dicen que en cada miembro de los CDR aporta al mes la cuota de 25 centavos de peso cubano (unos 12 centavos de dólar); en Venezuela sucede lo contrario: “La gente solo espera que le den”, cuenta una ciudadana de Caracas.
Reportes de prensa indican que Chávez financia a esos grupos (para cuya organización existe una ley que no se cumple) a través de gobernaciones y alcaldías, pero también aportan el Ministerio de Participación y Protección Social, la petrolera estatal Pdvsa, Fides (IVA) e ingreso petrolero y minero.
Una de las mayores críticas que surgen alrededor de los CC es la corrupción, dice la investigadora García-Guadilla. En muchos casos los líderes que reciben el dinero son criticados por supuestos malos manejos. Aunque también hay críticas a ciudadanos que reciben ayuda y no contribuyen.
En ambos países estos grupos se han convertido en “fuerzas de choque” contra los opositores. La Corte Interamericana de los Derechos humanos indica que desde 1970 ha recibido 26 casos contra el Estado venezolano, 22 en la administración de Chávez. Contra Cuba, en cambio, existen miles de denuncias (no se precisa un número) por ataques, torturas, tratos crueles y hostigamientos a opositores, cientos llegaron a la prisión y muerte.