Uno dirigido a un poderoso líder indígena oficialista y otro a un empresario de la construcción, causó que oficialistas y opositores se acusaran mutuamente por estos hechos, en medio de un crispado clima electoral.
La Paz fue escenario de la explosión de estos sobres-bomba, uno dirigido al líder campesino Fidel Surco y otro al empresario Edgar Gutiérrez, mientras la Policía aún no halla nexos entre los dos casos.
Publicidad
"Es un tema político, es agresión al proceso (su gobierno) y hacia sus autoridades, lo lamentable es que hay (implicada) gente experta, entrenada, fuera de Bolivia y dentro de Bolivia", afirmó Morales en conferencia de prensa.
El mandatario, que transita los 44 meses de gestión con políticas de corte indígena y estatista, dijo que en los presuntos planes sediciosos estaría involucrado el ex comandante de Ejército, general (r) Marcelo Antezana, un crítico de su gobierno.
Publicidad
Según el mandatario, lo sucedido también forma parte de un plan de la derecha opositora que busca desestabilizarlo, y que ésta incluso habría contratado a delincuentes bolivianos y peruanos.
Morales mencionó "que algunos malos peruanos (son) entrenados por gente del exterior, no solamente de Estados Unidos", sin entrar en detalles "por motivos de investigación" y reiterando sus continuas acusaciones hacia Washington de buscar derrocarlo, aunque sin presentar pruebas.
Bajo la sindicación de complot, el gobernante izquierdista echó en septiembre pasado al embajador de Estados Unidos en La Paz y a la agencia antinarcóticos DEA. También está enfrentado con la élite civil y política de cinco de los nueve departamentos del país.
Ante las críticas oficialistas, los opositores respondieron recordando que muchos de quienes están ahora en el gobierno usaron explosivos en el pasado, especialmente en la región de Chapare para rechazar la erradicación de coca, y contra un canal de televisión de derecha.
El candidato presidencial liberal Manfred Reyes Villa dijo que Morales, en lugar de lanzar acusaciones "infundadas", debería "investigar qué sucedió con el atentado terrorista a un canal de televisión en Yacuiba (sur de Bolivia)", donde estuvo ligado un militar de la actual seguridad presidencial.
"Nosotros, los de la oposición, no fuimos nunca los que pusimos bombas, ni cazabobos", los explosivos que espantaban en el pasado a policías que erradicaban coca en el Chapare, el bastión del gobernante, afirmó por su parte el diputado de centroderecha Arturo Murillo.
Mientras el cruce de acusaciones afloraba, la Policía aún trataba este jueves de desentrañar las razones de los dos sobres-bomba que dejaron siete heridos: dos policías de bomberos que intentaban la desactivación y cinco familiares de Surco, el prominente líder campesino oficialista.
De acuerdo con las primeras indagaciones, los dos artefactos, de similares características, fueron dejados por personas desconocidas en la oficina estatal de Correos, que los distribuyó a sus destinatarios.
Sin embargo, permanece la duda de cuáles fueron los motivos para dejar uno de los explosivos en la oficina de Gutiérrez, quien en septiembre pasado sufrió un atentado similar, aparentemente ligado a razones pasionales.