Marlon López sabe que su cargamento de café no llegará a tiempo para ser embarcado y llevado a ultramar: es uno de los cientos de camioneros varados en la frontera entre Nicaragua y Honduras, por donde el derrocado presidente Manuel Zelaya intenta volver a su país.

Al igual que centenares de camioneros centroamericanos, López quedó atrapado en el lado nicaragüense de la frontera mientras viajaba hacia Puerto Cortés, en la costa caribeña del norte de Honduras, donde debía haber entregado el viernes el contenedor con el café.

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La fila de camiones detenidos alcanza varios kilómetros en la ruta que conecta al paso fronterizo de Las Manos, por donde Zelaya ha estado desde el viernes intentando volver a su patria, tras ser derrocado y expulsado del país por los militares el 28 de junio.

Nadie ha contado la cantidad de camiones estacionados en la carretera, pero López estima que son "entre 400 y 500".

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"Tenemos casi cuatro días de estar detenidos en la frontera. Tenemos problemas económicos para alimentarnos", dijo López a la AFP.

"Es la primera vez que vivimos esto", agregó López, quien es hondureño.

Nicaragua mantiene abierta la frontera, pero el toque de queda y los retenes militares en el lado hondureño, impuestos por el gobierno de facto de Roberto Micheletti, paralizaron en los hechos el jueves el cruce de personas y carga por Las Manos.

También hay numerosos camiones varados a lo largo de la ruta en el lado hondureño, donde está vigente un toque de queda de 54 horas en la zona limítrofe impuesto por Micheletti para intentar contener la avalancha de seguidores de Zelaya que quieren darle la bienvenida en el país.

La ruta que cruza Las Manos es una ruta vital del comercio centroamericano, pues conecta la zona sur de Centroamérica (Panamá, Costa Rica y Nicaragua) con los puertos caribeños del norte de Honduras, desde donde las mercancías son embarcadas hacia Norteamérica y Europa.

Aunque han tenido que gastar más dinero del previsto, los camioneros que quedaron atrapados en el lado nicaragüense son privilegiados, en comparación con los que tuvieron que detenerse en el lado hondureño, pues tienen menos problemas para conseguir alimentos.

Además, en el sector nicaragüense no hay retenes militares, tensión política ni toque de queda (vigente desde el mediodía del viernes en la zona fronteriza de Honduras).

En lo que las condiciones son iguales para los camioneros a ambos lados en la frontera, es que no hay nada que hacer durante el día, salvo esperar "a ver si después podemos pasar", dijo López.

Aunque los transportistas están acostumbrados a vivir varios días en sus camiones, ahora no comen en posadas camineras y han tenido que alquilar baños.

"Dios quiera que dejen pasar pronto", dijo Gustavo Guillén, otro camionero hondureño varado en Las Manos con un cargamento de café destinado a Puerto Cortés, que no sabe cuándo podrá regresar a su hogar en la ciudad norteña de San Pedro Sula.