No era ético tener tantos contratos con instituciones del Estado, cuando su hermano expresó que le había pedido que se dedicara a sus actividades profesionales con empresas privadas, llegando incluso a olvidarse si son ocho o nueve contratos, sin considerar que hace una semana ya se la calificó a Quality como “adjudicataria fallida” y que tiene otros tres contratos que están por adjudicarse al mejor oferente, y que por lo obvio de ser Correa y “razonablemente listo”, se los adjudicarían.
Tampoco es legal no conocer que como pariente directo del Presidente se encontraba inhabilitado como contratista de conformidad con la Ley de Contratación Pública, ya que después de hacerse públicos todos los contratos dijo: “Recién me desayuno con lo que dice la ley”, cuando el desconocimiento de la ley no excusa a persona alguna.
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No es legal obtener un préstamo de $ 10’000.000 en la Corporación Financiera Nacional y dejar como garantía dos lotes de terrenos a los que es imposible su acceso y uno con garantía bancaria. Estimo que Fabricio Correa Delgado, como él ha expresado, es un “hombre honrado y transparente, que maneja talentos y que no va a dejar herencias”; por consiguiente, debe reconocer que ha cometido ilegalidades al estar inhabilitado y terminar en un episodio corto esta novela, al pensar que con las indemnizaciones que piensa reclamar, si le dan por terminados sus contratos, se va a convertir en un Bill Gates ecuatoriano.
Los órganos de control deben ser diligentes y no dar plazos de semanas y meses para revisar documentos conforme al procedimiento licitatorio y leyes tributarias, demostrando espíritu patriota y no pensando en una reelección en sus cargos.
El hermano del Presidente no debe recibir ninguna indemnización económica, por cuanto los ciudadanos ecuatorianos no le dijeron que en este Gobierno él sí podía negociar en todo tipo de contrato con el Estado.
Wilson R. Molina B.,
abogado, Guayaquil