Sobran sinónimos: morir, expirar, marcharse, torcer la cabeza, hincar el pico, estirar la pata, liar el petate, doblar la servilleta, dejar el pellejo, tragar el acta de nacimiento, pasar a mejor vida, quedarse como un pajarito, comer las plantas por las raíces, vestir traje de madera. El amor está aquí en la tierra. Mientras esperamos a una mujer ya estamos con ella; cuando se marcha, nos vamos tras ella.

 Luego, "todo lo que inventamos es cierto" (Miguel Donoso). Podemos montar a horcajadas en un corcel que nos lleve entre estrellas, treparnos en la bicicleta de Stornaiolo, llegar al Jardín de las delicias pintado por Brueghel, inventar ángeles con batería de doce voltios incluida, baños de chocolate, orgasmos "sempitiernos". Vertemos en el Graal, recipiente  utilizado en la Última Cena, la poción amorosa de Tristán e Isolda, gin tonic, pastillas soporíferas, polvo de rinoceronte, sangre de drago, caldo de patas, escopolamina, ácido nítrico. Bebamos todo seco y volteado. "Quiero dormir para no morir".

Quizás encontremos un vergel, Adán y Eva en cueros al pie del manzano con Safo y su elenco, Orfeo, los Rolling Stones, Prometeo, Juana de Arco impoluta como nunca, el paraíso musulmán con doncellas de senos redondos sirviendo vino en copas de oro. No podría existir  Olimpo sin estriptís, Edén sin marisabidillas con  hipertrofia mamaria, ropa interior negra si la virginidad está de duelo, escarlata si buscan  éxtasis con puesta de sol, Ferrari Testarossa; poetas que se escaparon por la tangente, frenaron a rayas, pusieron en cortocircuito la central de neuronas, pelearon con el espejo antes de usar sus astillas: David, Carolina, Medardo, Jacinto, Hemingway.

Publicidad

Alfonsina Storni escribe antes de hacerse a la mar: "Si él llama nuevamente por teléfono, le dice que no insista, que he salido". Siguen Violeta Parra, Jimmy Hendrix, Billie Holiday, Virginia Woolf. ¿Saben que un poeta se ahorcó usando una corbata amarilla? Los latidos del corazón se desbocan buscando el cero, se quedan en la mitad del camino, tanque vacío.

Marithelma Nostra, brasileña, escribió: "He observado que ciertas personas buscan un segundo lenguaje para expresar lo que sienten. Casi siempre no saben lo que quieren, casi nunca saben lo que esperan y casi siempre se suicidan". Pizarnik y Silvia Plath. Usamos la palabra virgen solo para hablar de lana, aceite de oliva, el vocablo fidelidad para describir un equipo de sonido y "love" para estampar camisas. Fuera del amor testarudo desafiando la muerte, no conozco nada que valga la pena.

En Quito vi grafitos que rezaban: "Estoy tan desesperado que si mi mujer se va con otro, yo me voy con ellos",  "Quisiera ser perro para seguir a cualquier mujer hasta su casa", "Me olvidé de olvidarte". Creo que la soledad es  privilegio de quienes tienen conciencia de su propia mortalidad, manipulan el amor, como  niños los fósforos. ¿Y Dios en todo eso? ¿Estará perplejo frente a nuestras chifladuras? El amor siempre fue locura mayúscula.

Publicidad

Como columnista tengo derecho a una quema de fusibles. Nuestro loco siglo propone este grafito: "Para reunir a Los Beatles, solo faltan tres balas".

Sírvanse una copa de Merlot o de Cabernet Sauvignon. En Ecuador, la gente dice: "¡Vive tu vida, sapo!". Fuera del amor testarudo desafiando la muerte, no conozco nada que valga la pena.