Atardecía el martes pasado. La proa se levantaba y por ratos parecía quedarse suspendida en el aire hasta luego golpear con fuerza el oleaje.
Pero la turbulencia ni inmutó a Patricio Tamariz y Óscar Cornejo, quienes participaron entre el 27 y 29 de mayo en la cuarta expedición que se organiza en busca de vestigios de una supuesta ‘Ciudad Perdida’, sumergida a cinco kilómetros frente a Bahía de Caráquez.
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El sitio es conocido como los Bajos de Santa Martha por ser de poca profundidad, donde el agua da en el pecho, en marea baja, a una persona de mediana estatura (1,70).
Se llega tras un viaje de 20 minutos desde Bahía de Caráquez. Al lugar acudió el pasado 27 de mayo un equipo de arqueólogos de prospección subacuática, integrado por Johan Reinhard y Bill Seliger, de la revista National Geographic.
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En la exploración estuvieron los biólogos ecuatorianos Cornejo y Ernesto Rodríguez, el arqueólogo José Chancay, Tamariz y el buzo Carlos Pacheco, quienes se sumergieron 40 horas en intervalos durante tres días en busca de formaciones hechas por humanos.
Un video grabado en 1997 y en el que se observan rocas con formas casi perfectas cubiertas por arrecifes de coral, donde habitan especies marinas, motivó esta cuarta expedición.
De la ‘Ciudad Perdida’ no se tiene registro claro, ni de la cultura a la que pertenecería, debido a que su posible existencia se desprende de una leyenda que habla de una tribu integrada por hombres que llegaron de “donde el sol se pone” a la costa de Bahía de Caráquez, quienes antes de internarse por el estuario del río Chone fundaron una ciudad que luego fue devastada por un cataclismo.
Habitantes e historiadores locales conocen al asentamiento prehispánico como la Ciudad de los Caras. Y se especula que su ubicación sería los Bajos de Santa Martha tras avistamientos de pescadores, quienes contaron a Tamariz, en 1978, que en el lecho marino se observaron rocas rectangulares y entre las redes de pesca quedaron atrapados vestigios arqueológicos.
La creencia se sustenta, además, en aseveraciones planteadas en sus libros por historiadores. Entre la documentación se incluye la publicación Historia del Reino de Quito en América Meridional, en el que el historiador Juan de Velasco relató en 1789 sobre la existencia de la nación Cara, que con veleros llegó a Bahía Caráquez liderado por un rey llamado Scyri, que significaría Señor de todos.
Pero lo señalado fue refutado por Emilio Estrada Icaza (1916-1961) en su libro Arqueología de Manabí Central, publicado en 1962 y en el que se señala que “al cabo de una rápida exploración en los Bajos de Santa Marta, no llegaron a ninguna prueba para sostener la leyenda de los restos de una antigua ciudad enterrada bajo las aguas”.
Estos antecedentes más el video de 1997 motivó la presencia de los científicos estadounidenses Reinhard y Seliger.
Rodríguez, biólogo de la Universidad Católica de Quito, resaltó dos cosas: la importancia ecológica del lugar como una zona de amortiguamiento y el aprendizaje de los científicos.
“Además de extraer las piezas de roca para los estudios, encontramos fósiles como el colmillo de un megalodón, un tiburón extinto que medía unos 30 metros de largo”, explica.
Este hallazgo fosilizado es un indicio para determinar que en un tiempo los Bajos de Santa Martha estuvo sobre el nivel del mar, pues –según Rodríguez– para fosilizarse debe estar un periodo fuera del agua.
No obstante, Reinhard, quien tiene experiencia de sumersiones en el Lago Titicaca (Perú), es concluyente. Después de la expedición, en un correo electrónico, asevera que las formas rectangulares de las rocas “se trata de formaciones naturales extraordinarias”. Y resalta la relación entre la leyenda, que es parte de la tradición oral de un pueblo, y la realidad.
Pero la introspección marina permitió valorar el aspecto ecológico de la zona y su importancia turística, por lo que Tamariz señala que se buscará declarar a la zona como reserva marina para preservar el área y formar itinerarios de buceo turístico.
Chancay, luego de conocer las conclusiones científicas, coincide que se debe enlazar al sitio como reserva marina, leyenda y atractivo turístico.