Unos ya habían disfrutado de unas vacaciones en las playas de Río de Janeiro, Brasil, otros intentaban descansar en París, Francia. Algunos viajaban por negocios, por estudios o porque les tocaba regresar a casa. Detrás de cada uno de ellos se escriben historias imborrables.
Como las de los diez vendedores de la distribuidora eléctrica CGED, que habían ganado como premio unas vacaciones en Brasil, adonde viajaron con sus cónyuges; o el presidente de Michelin en Sudamérica, Luiz Roberto Anastacio, ascendido el 4 de mayo que viajaba a Francia a conocer a todos sus colegas.
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Eran parte de los 228 pasajeros del vuelo 447 de Air France del que hasta ahora se sabe cayó en el océano Atlántico, pero no se encuentran aún razones claras de la tragedia. A bordo iban 61 franceses, 58 brasileños, 26 alemanes, 9 chinos, 9 italianos y otros ciudadanos de 27 países más.
Muchos de ellos eminencias de la música, de la ciencia, de la medicina, de los negocios, pero también varios jóvenes y niños con sus propios sueños, con sus propias ilusiones.
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“Voy a pedir un minuto de silencio por las víctimas del accidente del avión de Air France y del que todavía no encontramos los cuerpos”, dijo el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, el viernes ante una multitud apostada en el estadio principal de la población de Caravelas, en el estado de Bahía.
Hasta ayer la esperanza de hallar cuerpos parecía esfumarse, pero temprano la marina halló restos que serían del avión y de dos hombres. Además de una cartera de cuero con un pasaje de Air France dentro, lo que ilusiona a los familiares de las 228 víctimas que al menos podrían darles una sepultura digna.
Vea la galería con algunas de las historias de las víctimas de vuelo de Air France.