Uno de los  cinco pescadores ecuatorianos rescatados el martes pasado en un barco varado en aguas mexicanas afirmó allá que zarparon desde las costas de su país para recuperar un bote dañado.

Esta es la versión que explicó Jaime Álava, uno de los náufragos, al cónsul de Ecuador en México, Santiago Martínez, y que este a su vez informó al embajador Hernán Holguín, subsecretario de Solidaridad de Ciudadanía de la Secretaría Nacional del Migrante (Senami).

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Sin determinar el puerto de partida, ni el sitio en dónde debían ir a recoger  el bote dañado, Álava agregó  que en el trayecto se les averió el motor del barco y la radio de comunicación, por lo que quedaron a la deriva.

La nave fue avistada por un avión del Servicio de Guardacostas de EE.UU. que informó a la Armada de México para el rescate, que se produjo a 83 km al suroeste de Puerto Chiapas, en el suroeste de México.

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Inicialmente la tripulación detalló que zarpó el pasado 6 de mayo del suroeste de la península de Nicoya, en Costa Rica, y que después de estar varios días en alta mar el motor se averió y no pudieron repararlo, “por lo que desde entonces permanecieron a la deriva sin alimentos”, refiere la nota de la Secretaría de Marina mexicana.

Los náufragos están bien de salud, pero aún no se ha determinado la fecha de su regreso.

Mientras, en Manabí, el capitán del Puerto de Manta, Patricio Mora, afirmó ayer que a sus dependencias aún no llega información sobre el nombre del barco del rescate.

Agregó  que en los registros de la Dirección General de la Marina Mercante (Digmer) solo constan los hermanos Jaime Arturo Álava Chávez (capitán, de 35 años) y Víctor Hugo Álava Chávez (cocinero, de 32). Ambos tienen sus domicilios en la provincia de Manabí, al igual que los otros tres identificados como Édison Prado Álava (tripulante, de 27), Carlos Cheme Vázquez (tripulante, de 37) y Raúl Contreras Vera (maquinista, de 64), según  registros del Consejo Nacional Electoral.

Fuentes de la Armada  informaron que hay sospechas de que la embarcación era de bandera ecuatoriana y se utilizaba para actividades ilícitas relacionadas con el tráfico de drogas.

Familiares de los pescadores aún no se acercaban a las dependencias de la Capitanía del Puerto de Manta en busca de información sobre lo ocurrido.