En un club que tuvo en sus filas a extraordinarios jugadores como Marino Alcívar, Moscovita Álvarez, Chompi Henríquez, José Vicente Balseca o Daniel Pinto, elegir un símbolo que identifique la idolatría y la leyenda de su camiseta gloriosa podría ser complicado, si no fuera porque con la divisa eléctrica apareció, a fines de la década del cincuenta, el incomparable y único Jorge Bolaños.
Asombró apenas saltó al césped un día de 1958, con apenas 15 años. Quienes lo vimos aquella tarde supimos que éramos testigos del inicio de un capítulo memorable para nuestro fútbol.
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Su cara de niño, su particular manera de correr, sus pases milimétricos, su astucia para crear un espacio por donde debía ejercer su poderío letal el Flaco Raffo, su dominio del balón, su inteligencia suprema para ver lo que otros no veían, su alegría para desplazarse en el campo escondiendo una pelota que todos sabían dónde estaba, pero que nadie podía sacársela, y su entrega sin pausas lo hicieron desde aquella fecha un ídolo.
Recuerdo siempre la primera nota que leí de él: ‘Bolaños, el motorcito de Emelec’, acompañada de una foto. Fue en la popular revista de esos años del Capwell: Noticiario Deportivo. La firma nuestro querido y añorado compañero Leonardo Montoya (Leomón).
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Luego vino la era de Los cinco reyes magos, en la que el mago mayor era él. Ponía a hacer diabluras al Loco Balseca, le servía con precisión los goles a Raffo o al Maestrito Raymondi y lo mandaba a correr al Pibe Ortega para que sacara la bazuca que tenía en su botín derecho.
El mundo se perdió de admirar en el Mundial 1966 a quien estaba llamado a asombrar al planeta.
Fue un surtidor de alegrías. Se divertía en el césped y hacía divertir a quienes lo veían jugar. ¿Y quién, cualquiera que fuera su divisa, no quería ver al mago Houdini vestido de futbolista?
Jorge Bolaños Carrasco, el Pibe: quien lo vio no lo pudo jamás olvidar.
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CAMPEONATOS
El volante de creación Jorge Bolaños (1943-1996), nacido en Guayaquil, logró tres coronas provinciales con Emelec (1962, 1964 y 1966) y un campeonato nacional (1965).