Cuando tomó la decisión de ser candidato presidencial, el cuencano Diego Delgado pensó en su madre Luzmila Jara. Murió en octubre pasado y era su principal opositora. Siempre le pedía que deje la política por temor a que sea torturado, como ocurrió en 1987, en el gobierno de León Febres-Cordero. “Ahora hay el campo libre para postular”, dice con tristeza.

Su inquebrantable militancia de izquierda desde los años 70, el haber sido acosado, torturado y apaleado, según dice, cada vez que salió a las calles a defender causas que consideró justas, lo impulsaron a terciar por la silla presidencial.

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Aunque sabe que no es el candidato favorito, se presenta como el “verdadero socialista”. Para definir esta tendencia acude al libro bíblico de los Hechos, capítulos II y IV, que dice “los cristianos vivían en comunidad, nadie llevaba para sí los bienes, los que tenían la riqueza la vendían y entregaban a los discípulos quienes la repartían a cada quien, según su necesidad, eso es el socialismo”.

Esa certeza la obtuvo desde el colegio La Salle, donde estudió. Allí, con un grupo de compañeros formó el movimiento Lasallano, que sería luego la base de las juventudes socialistas. Desde joven afloró sus inquietudes revolucionarias cuando leyó a Manuel Agustín Aguirre Ríos, Luis Roberto Bravo y Las Venas Abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano. La influencia ideológica llegó también de su padre, Humberto Daniel, un asiduo lector de Simón Bolívar y Antonio José de Sucre.

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Aunque se dedicaba a la producción agrícola y negocios particulares, nunca dejó de sentir la muerte de Eloy Alfaro y Sucre. Esas ideas iban despertando su necesidad de buscar justicia social. “Uno no necesita ser un genio para saber cuándo existe injusticia”, asegura.

En la universidad fue tres veces presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios. Allí enfrentó gobiernos como el velasquismo, en su última fase, y la dictadura de Guillermo Rodríguez Lara. Rory Utreras, su amigo hace 15 años, comenta que Delgado siempre fue un acérrimo luchador contra los malos gobiernos.

Obtuvo el título de doctor en Jurisprudencia en la Universidad de Cuenca. Por el socialismo ganó las elecciones para concejal de Cuenca, función que desempeñó entre 1978 y 1983. Ya en los albores de los 90 empezó su vida legislativa. Fue nominado en tres ocasiones al Parlamento, en representación de Azuay, y la última vez en 1992 como representante nacional.

Su minuciosidad en cifras, datos, fechas o nombres de publicaciones asombran a compañeros y amigos que lo ven como una “enciclopedia ambulante”. Es autor de más de 30 libros y tan prolijo que al leer subraya lo importante con seis esferos de colores que lleva consigo.

Pese a sus logros, Delgado también despierta críticas de ex colegas del partido Socialista, del cual se desafilió para “seguir siendo socialista”, dice.

En 1996 se inscribió como candidato presidencial, pero no fue calificado por el Tribunal Electoral. Ex coidearios cuentan que era su aspiración desde siempre, que decía que el Ecuador ha tenido presidentes de Quito y Guayaquil y que ya le tocaba a un cuencano; y lamentan que se haya convertido en el peor crítico del partido.

Señalan que ahí demuestra su esencia, la de una persona intolerante, que siempre cree tener la razón. Lo califican como un socialista revolucionario inestable e impuntual. Pero Delgado no hace caso a las críticas y asegura que de no ganar las elecciones se sentirá tranquilo de confrontar su tesis del verdadero socialismo frente al socialismo del siglo XXI.

Plan de Gobierno

Vamos a tener un gobierno patriótico. Se deben anular las privatizaciones, nacionalizar el petróleo, fortalecer a Petroecuador y reconstituir Inecel y el Inerhi.

Proponemos una reforma constitucional que elimine los artículos ambiguos, pues es una Constitución tramposa.

Protegeremos al país y vamos a declarar la nulidad de todo tratado, convenio o acuerdo internacional que entrañe el debilitamiento de la soberanía nacional y de su capacidad productiva.

Se creará una Flota Pesquera Nacional, un sistema nacional de ferrocarriles y una industria básica de genéricos para la salud popular, y otra de útiles e implementos escolares y deportivos para una educación gratuita, integral y sin exclusiones.

Planteamos la eliminación del manejo tripartito del IESS y que se entregue su administración a afiliados y jubilados. Apoyamos la creación de un Banco del Afiliado, Jubilado y Migrante y que se asimile al delito de peculado en todo manejo indebido de los recursos de la seguridad social (IESS, Issfa e Isspol).

Crearemos el Ministerio de Biodiversidad y del Agua. Será política del Estado la protección de la naturaleza y fuentes hídricas. También un Instituto de Racionalización de Uso de Tierras y de Acopio de Alimentos.