Cuando tomó la decisión de ser candidato presidencial, el cuencano Diego Delgado pensó en su madre Luzmila Jara. Murió en octubre pasado y era su principal opositora. Siempre le pedía que deje la política por temor a que sea torturado, como ocurrió en 1987, en el gobierno de León Febres-Cordero. “Ahora hay el campo libre para postular”, dice con tristeza.