Todos los días desde las primeras horas de la mañana, 130 trapiches, de pequeños productores que se dedicaban en las provincias de Bolívar y Cotopaxi a elaborar aguardiente sin tecnología, encienden sus motores luego de un cambio de metodología y mentalidad para hacer alcohol ecológico de calidad, iniciando la próxima semana el primer envío a L’Oreal de París para elaborar perfumes.
Cecilia Arcos, presidenta del Consorcio Agroartesanal Dulce Orgánico (Cado), compuesto por cinco comunidades de 180 familias que reúnen 700 hectáreas de caña entre Bolívar y Cotopaxi, indica que luego de diez años de trabajo por fin llegan al sueño de exportar directamente sin intermediarios, quienes se aprovechaban de su trabajo diario.
Publicidad
“Gracias al proceso de capacitación y financiamiento de organizaciones como Prolocal (antes Proyecto del Ministerio de Bienestar Social y Banco Mundial), el Programa de Modernización de los Servicios Agropecuarios (Promsa), que pertenecía al Ministerio de Agricultura, y ahora al apoyo del Consejo de Desarrollo del Pueblo Montubio de la Costa (Codepmoc), del programa de Tecnología Agropecuaria y apoyo a los Agronegocios Rurales del Pueblo Montubio (Prottar), la unión y entereza de los productores logramos exportar”, recalca Arcos.
Raúl Cabrera, vicepresidente del consorcio y uno de los principales impulsores de esta primera venta al exterior, expresa que para obtener la calidad del alcohol fue importante procesar el aguardiente hasta conquistar los 98 grados de alcohol requeridos por las perfumerías europeas.
Publicidad
Afirma que lograron la certificación orgánica, además trabajan con el comercio justo que les permite mejorar sustancialmente las condiciones de vida de los socios, ya que parte de las ganancias deben invertirse en mejoras de viviendas, salud y educación escolar.
“La primera exportación es de 360.000 litros que se despacharán a Inglaterra en diferentes meses, para cubrir las necesidades del comprador, durante todo el año”, dice Cabrera.
Manuel Cinchona, cañicultor del recinto Jilimbi, de Bolívar, explica que luego de sufrir una crisis por el mal pago tomaron la decisión de unirse.
“Aún falta algo de tecnificación, solo se espera que haya continuidad en proyectos como el Prottar para que no queden truncadas nuestras aspiraciones agroempresariales. Con la caña que empieza a producir al año y medio extraigo 3.000 litros de alcohol anualmente por hectárea y podemos sacar más”, indica Cinchona.
Nancy Ramos, agricultora de la zona de Palo Seco, de Cotopaxi, cultiva 9 hectáreas y obtiene 10.000 litros de alcohol. Señala que el logro más grande es la tecnificación, antes trabajaban exprimiendo el jugo con la fuerza de los animales por lo que los hijos debían arrear y no podían ir a la escuela.
“Ahora tenemos los trapiches a motor y nuestros hijos van a estudiar, es grande el cambio en nuestras vidas”, apreció.
Continuidad
Los agricultores esperan continuidad en los programas del gobierno para no perder el impulso, como sucedió al finalizar el Promsa y el Proder, y que pudieron recuperar con el Prottar.
Tecnificación
Requieren más apoyo económico para lograr tecnificar los trapiches que faltan y unificar la calidad del alcohol exportado aumentando las exportaciones a otros países.