Jaqueline Lozano acudió ayer desde temprano a la escuela fiscal Othón Castillo Vélez, ubicada en la 25 y la I, pero no para dejar a sus dos hijos en clases sino para participar de la minga de limpieza en el plantel, que el pasado miércoles solo inauguró el año lectivo.
“Queremos que nuestros hijos estén en un ambiente limpio”, señaló Lozano, quien pidió permiso en su trabajo para acudir a la jornada en la que participaron decenas de padres provistos de escobas, baldes, brochas y escaleras.
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Lo mismo opinó Ángel Asto mientras pintaba de color verde una pequeña banca de latón, cuyo asiento estaba sin soldar de un lado. “Por lo menos queremos que nuestros hijos tengan donde sentarse y escuchar las clases”.
A poca distancia de Asto estaba Mireya Ipanaqué, quien lijaba el tablero de latón oxidado de una banca bipersonal. A ella no le importó dejar de lado sus quehaceres domésticos para acudir a la escuela, donde se educan dos nietos, y ayudar a adecentar el plantel.
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María del Carmen Rivera, directora de este plantel que es central de la red G-8, dijo que por lo menos requieren 200 bancas para reemplazar las que ya están oxidadas.
Rivera dijo que hoy trabajarán con los profesores y el próximo lunes iniciarán clases.
El plantel, que se utilizó como albergue, aún acoge a dos familias afectadas tras caerse sus casas en la 26 y la M. Una de ellas es la de Martina Franco, quien dijo que el 20 de abril será reubicada en Petrillo.