El Presidente en su Gobierno ha tenido muchos aciertos, pero también algunos desaciertos como el de suprimir la jubilación patronal en las entidades públicas.
Si es cierto que existían jubilaciones doradas en ciertas instituciones públicas con desproporcionadas pensiones jubilares, de ninguna manera eso era general en todos los viejos empleados públicos.
Es inmenso el daño que se ha causado a quienes han dado lo mejor de sus vidas en aras del beneficio colectivo; pues se los condena a vivir de las pensiones del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) que son muy insignificantes, a lo más $ 300 con los que no pueden vivir y por eso los pobres viejitos andan mendigando a sus familiares y amigos. Esta es la razón por la que no queremos jubilarnos y seguimos trabajando hasta cuando nos metan al cajón.
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La jubilación patronal de las entidades públicas mejoraba en algo la situación económica de los jubilados de las entidades públicas. La medida adecuada no es suprimir la jubilación patronal de las entidades públicas y castigar a los jubilados, dejándolos a merced del IESS con sus miserables mensualidades; la solución es poner un tope adecuado y humano a las jubilaciones patronales de los servidores públicos, como se lo hizo con los sueldos, y dejar a todos conformes.
Roberto Rivera Endara,
doctor, Guayaquil