La propaganda política invade día a día nuestros hogares, asegurándonos que ¡por fin, la patria ya es de todos!

 Frente a este bombardeo propagandístico que, cabe aclarar, es financiado con el dinero de los ecuatorianos y ecuatorianas, empecé  a preguntarme de quién era antes la patria. 

Publicidad

¿Habrá sido de los pelucones?, me dije. ¿De las élites partidistas?, ¿de las mafias corruptas?, ¿de los indígenas?, ¿de los machistas?

Finalmente, llegué a la conclusión  de que la patria había sido siempre mía, que nadie me la ha quitado y que ninguna persona puede privarme de sentir que yo soy y hago parte de ella.

Publicidad

Es una lástima que yo no disponga de miles de dólares para lanzar una campaña que promueva la idea de que lo público no es el Estado; que el Estado y el sentido de patria son bienes públicos  –lo que es distinto– y que esos bienes públicos son construidos por una ciudadanía responsable que, en cooperación con otros, puede transformar o conservar el orden social para proteger la dignidad, ahí sí, de todos.

Gilda Macías Carmigniani,
Guayaquil