Aunque no lo crean, en este mundo de adelantos, en pleno siglo XXI, cuando hay computadoras en casi cualquier sitio y se habla con todo el desparpajo del mundo sobre el sexo y más cosas, todavía existen temas tabúes sobre los que aún nadie se atreve a decir ni una sola palabra. Ni siquiera los más fieros y controvertidos periodistas.
Casi como si fuera una grosería, nadie dice nada sobre las utilidades que las empresas, según el Código de Trabajo del Ecuador, deben cancelar. ¿Y por qué será esto?, ¿será acaso que hay algún secreto?, ¿será que nadie puede saber cuál es la cantidad verdadera de dichas utilidades y lo que es más importante, el valor real a pagar a los empleados? ¡Claro, como con pagar lo que quieran se cumple con la ley, se siguen maquillando cifras y escondiendo la realidad para cancelar lo que les conviene!
Pero como dice el pobre, “peor es nada”, y con esa excusa mediocre aceptamos la “ley del embudo”: lo ancho para el sabido y lo angosto para el..., trabajador ecuatoriano.
Publicidad
Francisco Romero M.,
Guayaquil