El sábado 7 de marzo, mi hija de 5 años y yo fuimos unas de las víctimas de la acostumbrada mala organización de los shows artísticos que se presentan en el país.
La preocupación comenzó el día que adquirí las entradas para el espectáculo Patito feo, pues se me explicó que “todas” las localidades eran sillas. Por eso, a pesar de su elevado costo, adquirí dos localidades “Pato Box”.
Solicité el plano del lugar para seleccionar los puestos, pero la vendedora me dijo que no eran sillas numeradas. Pregunté cuántas filas correspondían a Pato Box y me indicó que eso dependía de la cantidad de localidades que se vendiesen. A pesar de eso y debido a la ilusión de mi hija, compré las entradas. El día del show, al llegar al Centro de Convenciones Simón Bolívar de la ciudad, el desorden reinaba, las filas no avanzaban. Vi que agentes del orden público se iban con grupos de personas (adultos y niños) hacia una entrada posterior, para luego regresar solos. Cuando al fin ingresé, vi a esas personas ocupando las primeras filas en puestos centrales.
Una vez adentro, todas las localidades estaban al mismo nivel. La gente de los puestos más alejados no vio nada. Las sillas estaban mal dispuestas ya que el escenario no estaba centrado respecto a los asientos, sino hacia la derecha, lo que significaba que había un gran grupo de sillas hacia la izquierda donde no alcanzaron a ver nada. Para que mi hija pueda ver el show incluso estando en Pato Box, la paré sobre el respaldar de una silla y la apoyé en mi hombro todo el tiempo que duró el espectáculo. Muchos niños lloraban y padres discutían por no ver nada. ¡Hasta cuándo esta falta de respeto. Eso fue una estafa!
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Ángela Rodríguez,
Guayaquil