A mucha honra soy miembro de la Academia Nacional de Historia, y por eso –desde adentro– tengo derecho de exigir que mi voz sea escuchada por quienes se creen dueños de la verdad.
Yo también recibí la circular a la que José Antonio Gómez Iturralde (director del Archivo Histórico del Guayas) hace referencia en su carta publicada el 21 de febrero, y esta no contiene ningún error tipográfico; algunos historiadores, sin poder exhibir documento alguno, se aferran a que el 10 de agosto de 1809 se proclamó el Primer Grito de la Independencia en el Ecuador, afirmación falsa que ya ha sido suficientemente desenmascarada por varios autores, inclusive por mí a través de mi obra 1820: la verdadera historia de la Independencia, en la cual demuestro que el 10 de agosto no es otra cosa que una fantasía escrita por quienes no tienen una historia propia.
Se equivocan al afirmar que el proceso independentista se inició el 10 de agosto de 1809 y más al afirmar que la fecha de independencia del Ecuador se dio el 24 de mayo de 1822. No: la independencia de lo que hoy es el Ecuador se proclamó el 9 de octubre de 1820, y el proceso culminó en el Pichincha el 24 de mayo de 1822.
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Aunque parezca una ironía, voy a hacer una comparación. El cumpleaños o natalicio de una persona se celebra en la fecha que esta nace, no al final de su vida, cuando esta muere. Igual sucede con la independencia de un país; debe celebrarse cuando se inicia, no cuando el proceso culmina; sino que me muestren el Acta de Independencia del 24 de mayo de 1822, que al igual que la del 10 de agosto no existe.