Nació a orillas del mar. En Montañita, pueblo de olas alegres y altas. A los 11 años, Danny Flores iba a la escuela como todo niño, pero también a surfear. No solo él, sino un puñado de pequeños que imitaban a los deportistas nacionales y extranjeros que montaban las olas del sector de La Punta.
En el 2001, Flores, quien como buen surfista es un excelente nadador, decide servir a la comunidad convirtiéndose en su salvavidas. No fue una decisión gratuita. “En esta playa había bastantes accidentes –ahogamientos– y muchas familias perdían a sus parientes”, comenta frente a ese mar de olas altas, pero también de corrientes traicioneras.
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Todos los días vigilaba a los bañistas, no lo hacía desde una torre, no existía. Caminaba por la playa de punta a punta. Cumplía esa tarea con su tabla bajo el brazo. Entonces los turistas le preguntaban cómo y en dónde podían aprender a surfear.
Así fue como Danny Flores también se convirtió en profesor de surf. Cuando empezó a funcionar Aloha, el local era tan solo una chocita. Eso fue hace cinco años. Ahora la escuela trabaja en una pintoresca cabaña de caña y techo de paja. Llama la atención por las tablas de diversos tamaños, diseños y colores que pastan en ese arenal.
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Ahí los turistas rentan tablas, body boards y organizan viajes a playas cercanas, pero fundamentalmente se ofrecen lecciones de surf a niños, principiantes, intermedios y avanzados. Las dos horas cuestan $ 15.
A más de sus encantos turísticos y naturales, Montañita tiene sus particularidades humanas; mientras en el resto del país los niños quieren ser futbolistas, los menores de este poblado sueñan con ser surfistas. Montar esas olas alegres, altas, cercanas y tan suyas.
Por esa razón, el año anterior Danny Flores y los integrantes de Montañita Surf Club ofrecen clases gratuitas a los escolares de la escuela fiscal José María Lequerica. Los objetivos son que los niños de escasos recursos del pueblo aprendan y practiquen ese deporte, que los más destacados formen parte del club y representen a Montañita en torneos locales, nacionales e internacionales. Y que, al mismo tiempo, tengan la posibilidad de un ingreso económico dando clases de surf a los turistas que visitan ese balneario.
Actualmente el campeón nacional de surf en categoría open es Mario Ganvelini, nativo de Montañita. En la misma categoría también sobresale Isidro Villao. Ambos, además de Eusebio Rodríguez, Danny Flores y un niño de la sub 16, son instructores de los pequeños.
En época de clases, entre 15 a 20 niños y niñas acuden siempre después de sus labores matutinas. Durante vacaciones lo hacen cuando la marea es más propicia. La sede es Aloha. “Nuestra escuela les da la facilidad a los niños –cuenta Flores, quien llega y se pone a jugar en la arena–. Que sean pequeñitos –hay desde 7 años– es mejor, porque aprenden más rápido.
Muchos no saben nadar y tienen miedo, pero a medida que lo pierden van pidiendo una tablita y comienzan a practicar en la espuma hasta que su cuerpo desarrolla resistencia. De pronto ya están sobre las olas”.
Hasta ahora, poco a poco y ola a ola, los escolares por iniciativa propia han ido avanzando y subiendo de nivel. Lo cual –a decir de Flores- es bueno porque cuando a Montañita Surf Club le toque participar en las competencias tendrá deportistas de todas las categorías.
Desde el mar, las olas cantan y convocan a los niños. Cada cual agarrado a una tabla a su medida. El sueño de los pequeños y los instructores es contar con más tablas e implementos deportivos. “Ahora que somos la provincia de Santa Elena esperamos el apoyo del Municipio, Prefectura, Ministerio de Deportes o Educación, o de empresas –dice Flores–. Tenemos el potencial para representar a Montañita y al país, solo necesitamos apoyo para los niños, algunos muy pobres, para que a partir del deporte aprendan a desenvolverse”.
En un abrir y cerrar de ojos, Flores y ese grupo de pequeños surfistas ingresan al mar. Entre la espuma y las olas son felices. Por eso, en Montañita son conocidos cariñosamente como los niños de las olas.
El personaje
Danny Flores nació en Montañita en 1981. Nunca quiso migrar para trabajar en Guayaquil o fuera del país. Prefirió ser deportista, salvavidas y ahora instructor de surf en su pueblo.
Escuela
En el 2004 en la playa creó Aloha –“bienvenido” en hawaiano–, escuela de surf que alberga a los niños.