El Estado tiene que mirar la seguridad de manera integral, dice el general Varela, quien agrega que debe haber seguridad financiera, política y jurídica para disminuir los índices de penetración en las zonas de frontera.
El ataque sorpresivo del Ejército de Colombia a Angostura, el 1 de marzo del 2008, es considerado por las Fuerzas Armadas de Ecuador como un combate perdido en el campo de batalla.
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Hoy prefieren dar vuelta a la página y concentrarse en las acciones emprendidas para no ser nuevamente sorprendidos por fuerzas regulares o irregulares.
La incursión develó la incapacidad operativa de la institución y originó una profunda crisis entre el Gobierno y los militares.
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El presidente Rafael Correa denunció la infiltración de la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos) en los cuarteles. Esto provocó malestar en el anterior mando militar, encabezado por Héctor Camacho, que solicitó una reunión “frontal y transparente” con el Mandatario para aclarar la denuncia. Correa calificó de improcedente el pedido y, para bajar las tensiones, decidió cambiar al mando militar.
El 10 de abril del 2008 designó a Fabián Varela Moncayo como nuevo jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y reorientó su política militar. Comprometió $ 600 millones para recuperar la capacidad operativa.
Según datos del Ministerio de Defensa, más de 10 mil efectivos –entre militares y policías– están movilizados en las provincias fronterizas de Esmeraldas, Carchi y Sucumbíos, para evitar nuevos ataques o incursiones.
¿Qué ha sucedido dentro de las Fuerzas Armadas un año después de la incursión del Ejército colombiano a Angostura?
La recuperación de la capacidad operativa de las Fuerzas Armadas no es asunto de improvisación. El plan de fortalecimiento ya existía antes de Angostura, pero ese evento del 1 de marzo del 2008 fue un sacudón para la sociedad ecuatoriana en su conjunto. Fue una concienciación de la importancia que tiene la institución encargada de materializar la defensa de la soberanía. Los problemas empezaron cuando el Congreso (en 1998) les quitó a las Fuerzas Armadas las regalías del petróleo.
¿Por qué no alertaron de ese estado de indefensión al que ustedes atribuyen la falta de una respuesta al ataque colombiano?
Los mandos militares de las diferentes épocas tienen diálogos y acercamientos necesarios con los gobiernos de turno. A cada uno le corresponde actuar de acuerdo con su función. Los temas de la defensa, después del triunfo del Cenepa y de la firma de la Paz con el Perú (1998), sentimos nosotros que se relegaron para priorizar otros ejes de cada gobierno.
¿Por qué cree que el gobierno de Colombia decidió matar a Raúl Reyes en Ecuador?
Cada Estado es responsable de cómo usar a sus Fuerzas Armadas en función de los objetivos, políticas y estrategias de defensa. Sobre el ámbito militar del pasado, está por demás comentar. En las relaciones internacionales es la Cancillería la que debe pronunciarse.
Las autoridades militares de Colombia justifican la incursión porque dicen que, si les comunicaban a ustedes, la Operación Fénix fracasaba. Más de una vez han dicho que los rebeldes tienen protección aquí.
Como Fuerzas Armadas y yo, particularmente, jamás he recibido un lineamiento político en ese sentido para (tener) cierta tolerancia en repeler cualquier amenaza en la frontera norte. Caso contrario, personalmente, no estaría en esta función porque sería irme contra mi formación y mis principios, contra la misión constitucional de las Fuerzas Armadas de proteger la soberanía.
Ecuador dudó de la autenticidad de la información de las computadoras encontradas en Angostura; sin embargo, ahora existen coincidencias como la existencia del llamado Comandante Nacho, que resultó ser José Ignacio Chauvin. ¿Qué información tenían sobre el caso?
Me gustaría que los asuntos políticos los ventilaran las instancias políticas y que los militares definamos los componentes castrenses. No quisiera entrar en ese tema que deben responder las autoridades políticas.
Pero las incursiones de las FARC siguen. El miércoles se registró un cruce de fuego entre el Ejército y los guerrilleros en el sector de Yanamaru, a dos kilómetros de Angostura. ¿El control no es efectivo?
En ese sector de la frontera existe como límite entre los dos países una línea geodésica, no hay accidentes definidos, como en otros sectores los ríos San Miguel o Putumayo. Al ser una línea imaginaria da para cierta interpretación por lo difícil del terreno. Nuestra gente reaccionó adecuadamente en el tiempo de reacción, está mejor entrenada y preparada.
Por esa razón hemos multiplicado casi por diez las operaciones en relación con años anteriores. Nuestra tropa conoce mejor el área y está motivada, hay mejores incentivos. Estamos con gente joven como soldados y cabos, por eso rinden más.
Pero el enfrentamiento significa que como país seguimos vulnerables a las incursiones de fuerzas regulares o irregulares. ¿Estamos indefensos?
No debemos usar ese calificativo. No puede haber defensa perfecta, no podríamos estar en capacidad de desplegar a los soldados a lo largo de los 720 kilómetros de frontera. Sería ilógico e impensable.
¿En qué ha mejorado?
Hemos incrementado el potencial humano en capacitación, motivación, entrenamiento. Les hemos dotado con el plan de fortalecimiento, que incluye chalecos de combate, cascos adecuados, munición completa, visores nocturnos, radios, comunicación satelital, que facilitan las operaciones.
Desde el 2004 se han descubierto cerca de 300 bases clandestinas de las FARC en el Ecuador y no se ha detenido a un solo guerrillero. ¿Por qué?
No es fácil llegar a un campamento sin que los diferentes círculos de información con los que ellos operan alerten de la presencia de las fuerzas legales del Ecuador. Eso es un limitante que se siente.
El Ejército ecuatoriano justifica la falta de detenciones por la presencia masiva de colombianos en la frontera que actúan como informantes de los grupos irregulares. ¿Cómo combatir ese problema?
El Estado debe ver siempre la seguridad de manera integral. Debe existir seguridad financiera, política, jurídica, ambiental. Debe existir una mejor coordinación para disminuir la permeabilidad de nuestras fronteras con una presencia activa del Estado.
¿Qué han hecho para controlar casos como el de José Reyes que, según información militar, es un ex combatiente de las FARC que lideraba el proceso de carnetización de la frontera norte a nombre de la Aldhu?
Nosotros como FF.AA. y con el ministro de esta cartera (Javier Ponce) hemos motivado varias visitas hacia la frontera con diversas instituciones del Estado para que se conciencien y palpen la realidad. Ratifico que debe ser un asunto integral.
Sí, ¿pero alertaron a las autoridades del Gobierno sobre el caso de José Reyes?
No me hará preguntas difíciles. Se acabó el tiempo (en ese momento sonríe).
¿O es trabajo de la Policía?
Se acabó el tiempo de la entrevista, señor Romero (vuelve a sonreír).
Después de Angostura, las FF.AA. reestructuraron los mandos en las provincias fronterizas. ¿Cuál fue el motivo?
Es para que un solo comandante tenga el control de toda la franja de la frontera norte.
Perfil
FABIÁN VARELA MONCAYO
NACIMIENTO
Baños (Tungurahua), el 5 de febrero de 1955.
PREPARACIÓN
General de División del Ejército. Se graduó de subteniente de Artillería en 1976, en la Escuela Militar Eloy Alfaro. Es ingeniero electrónico y magíster en Gerencia Empresarial.
CARGOS
Fue comandante de la Escuela de Artillería, rector de la Escuela Politécnica del Ejército, asesor militar de la OEA y subsecretario de Defensa.