El expediente por el cual se indaga la muerte del fiscal Wirmar Gonzabay, quien investigaba la masacre de Angostura, está en absoluta reserva por pedido expreso del fiscal general, Washington Pesántez.
El caso podría ser archivado si el Instituto Nacional de Higiene Leopoldo Izquieta Pérez descarta un envenenamiento, luego de examinar las muestras tomadas durante la autopsia.
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El médico legista Luis Pérez Pullas colocó en frascos partes del estómago, líquidos gástricos, fibras del corazón y del cerebro. Los recipientes permanecieron en una nevera en la oficina del fiscal Felipe Villota, quien investiga el hecho, hasta el miércoles, cuando agentes de Criminalística los llevaron al Leopoldo Izquieta, en Quito.
No obstante, la autopsia reveló que Gonzabay falleció por un paro cardiorrespiratorio. El galeno explicó que la arteria coronaria, por donde ingresa la sangre al corazón, se taponó.
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Carlos Macías, médico legista de la Fiscalía, contó que el fiscal arrastraba una hipertensión crónica, que hace tres meses lo atendió por ello, y que descuidaba su salud al no seguir las recomendaciones: cero alcohol y tabaco.
El día que murió, el lunes pasado, el fiscal festejaba el carnaval. En el night club 33-40 sufrió el ataque.