Pedro X.Valverde Rivera
¿Quiere usted, amigo lector, que le  cuente el cuento del gallo pelón?

¿Recuerda usted ese instrumento de tortura utilizado por nuestros padres y abuelos para desafiar la paciencia de los incansables niños que querían seguir escuchando cuentos y más cuentos antes de dormir?

Al principio, el cándido niño contestaba síiiiiii y luego, la respuesta: “…yo no he dicho que me diga ‘sí’… sino si quiere que le cuente el cuento del gallo pelón”.

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Y así podíamos estar hasta llegar al borde de la desesperación del pobre niño.

¿Quiénno recuerda al gallo pelón?

Bueno, el gallo pelón en muchos casos fue utilizado por los agotados contadores de cuentos e historias para tomar un poco de aire y de agua.

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Pero la realidad es que no existe el cuento del gallo pelón; es solo un mecanismo de distracción para no seguir contando cuentos.

Así mismo, tienen a la gran masa ecuatoriana con el cuento de la revolución ciudadana hace más de dos años.

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La diferencia es que este cuento de la revolución es peor aún que el cuento del gallo pelón, porque mientras se sostiene el cuento, los acólitos y nuevos ricos de la revolución se estarían festinando las reservas del Estado y del IESS en bonos demagógicos y obras públicas a dedo.

La diferencia es que mientras todo el país, salvo Guayaquil (que es casi otro país), clama por un Registro Civil digno, el Gobierno despilfarra millonarios recursos para instalar uno paralelo en Guayaquil, como plataforma de campaña para la ex ministra que aspira a la alcaldía de Guayaquil.

¿Cómo es posible que los manabitas, orenses, esmeraldeños o azuayos no se den cuenta del desprecio a sus necesidades que constituye esta inversión en el Registro Civil de Guayaquil?

Y mientras todo ello sucede, mientras cada día se revelan nuevos episodios de los presuntos nexos entre la guerrilla y el narcotráfico con la revolución, mientras las carreteras siguen destruidas y abandonadas a pesar de las emergencias, mientras todos los poderes del Estado se alinean reverentemente en torno al salvador y para la impunidad de sus cortesanos, mientras se incrementa el desempleo, aumenta la inflación, se contrae la economía y nos aprestamos a  entrar a una de las mayores crisis de la historia, ¡nos cuentan el cuento del gallo pelón!

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El cuento de la larga noche neoliberal, de los pelucones, de los empresaurios, del imperio yankee, de la partidocracia, de Alfaro y de Bolívar, del Che Guevara.

¿Hasta cuándo señor Presidente? ¿Hasta cuándo el cuento del gallo pelón?

¿Cuándo deja usted de quejarse y de tirar lodo con ventilador?

¿Cuándo nos rinde cuentas de lo que ha hecho con nuestro dinero y recursos en  más de dos años? ¿Cuándo nos dice qué pasó con el cambio prometido?

¿Cuándo nos cuenta qué pasó realmente en el hotel República, en el Ministerio del Deporte,  en las casas del Miduvi o con las camillas “biónicas” del Ministerio de Salud?

¿Cuándo nos dice qué hacían realmente Chauvin y Larrea en Angostura?

No juegue con la paciencia de los ecuatorianos. Su paciencia no explotará como la de un niño con el cuento del gallo pelón. No tiente al diablo.