Sin las investigaciones, este tesoro vegetal, nativo de la selva ecuatoriana, estaba a punto de desaparecer en pocos años.

El mal manejo, el incombatible ataque de plagas y enfermedades a los frutos y planta, llevarían a este destino a la vellosa fruta exótica, propia del frágil ecosistema subtropical, de codiciado sabor y aroma.

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Su alto valor comercial indujo a cientos de comunidades de colonos asentadas en el Oriente a fomentar su cultivo, convirtiéndose en su principal alternativa económica que desarrollaron sin una guía técnica ni observaciones oficiales respecto a la deforestación y menoscabo de la biodiversidad en un área calculada en 10 mil hectáreas, en los años sesenta a setenta. Hoy en día, más del 50% de esa superficie se han cambiado a pastizales y lo que queda de  naranjillales ni el 6% es de la afamada variedad común sino de híbridos obtenidos a la criolla que no muestran el característico color verde, sabor ácido y semidulce y aroma.

El líder del programa de fruticultura del Instituto Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (Iniap), Wilson Vázquez, observa que la naranjilla estaba por perderse debido a los problemas de nematodos que destruían el sistema radicular e insectos que perforaban el fruto. Mediante injertos con materiales resistentes y no emparentados con la solanácea, obtuvieron plantas robustas en los mismos suelos infectados, de alto rendimiento y con frutos muy similares a la común.

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“Todavía hay otras enfermedades que afectan al cultivo, pero es posible controlarlas, preservando la salud del suelo, las plantas  y de los  consumidores”, expresó Vázquez.

Alonso Banderas, dueño del terreno en donde se hizo la presentación de los nuevos materiales de naranjilla, certificó que estos tienen mucho pedido por el tamaño de la fruta, coloración, durabilidad, sabor y aroma y permite su uso en la preparación de pulpas y mermeladas.

La representante de una de las pocas industrias que exporta naranjilla, dijo que los volúmenes han bajado debido a que las variedades actuales no son las adecuadas y que por eso es urgente que las entregadas por el Iniap se lleven al  Oriente, donde se concentra la producción. 

Desaparece la común
De las 5.000 hectáreas estimadas en  el país, solo el 5% cosecha la variedad común, o sea menos de 300 hectáreas. El resto son híbridos obtenidos por particulares.

Cooperación
El Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) coordina con el Iniap el plan de investigación del cultivo.