Me apena que los verdaderos guayaquileños no hayamos realizado una verdadera y multitudinaria demostración de amor, respeto y agradecimiento al personaje que con su ímpetu, valentía, don de mando y organización libró a nuestra ciudad del desorden y la inmundicia y que sembró en la tierra fértil del gran alcalde Nebot la semilla de la continuidad.

Librémonos en parte de la culpa de nuestra inercia y retomemos la lucha para que el Centro de Arte recupere su nombre: Centro de Arte León Febres-Cordero. Pese a quien le pese, León Febres-Cordero ha sido, es y será un gran hombre y un verdadero guayaquileño.

Martha Jurado Rodríguez
Guayaquil