El primero ocurrió el pasado lunes, en la manzana C de la  cooperativa  Sol Naciente (suroeste de la urbe).

Según moradores del sector, el siniestro comenzó en la vivienda  de la familia Lozada, que la utilizaba  como bodega para guardar guaipe, luego se propagó a las casas sus vecinas,  las hermanas Margarita y Verónica Villamar.

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Los restos de una mesa de comedor recién adquirida por las víctimas se observaron ayer en las afueras de la vivienda como también cuadernos, libros y el uniforme de Terry, quien ese día no pudo ir a clases.

Ante el siniestro Margarita Villamar y su esposo Alejandro Astudillo  llevaron a sus dos hijos, Terry, de 5 años, y César, de 1, al inmueble  de su suegra, cerca al  puente Cuatro de Noviembre.

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Brigethe Murillo, prima de las afectadas, contó que Astudillo intentó sacar los electrodomésticos y la ropa, pero el techo cayó sobre las pertenencias y lo único que rescató fue una nevera, que luego desapareció.

Mientras que su hermana Verónica y su familia se alojaron en casa de una tía que vive en la misma cooperativa.

Elida Burgos, otra afectada  por las llamas que consumieron su casa, ubicada en la 16 y cuarto callejón Domingo Savio, en el suburbio, abandonó el sitio.

Sus vecinos aseguraron que la mujer pidió posada en la casa de un familiar. “Lo perdió todo y no le quedó más remedio que ir donde un familiar”, refirió una moradora, quien prefirió no identificarse.

Mientras que por el mismo lugar, en la 39 y la A, Antonio Yaucan se lamentó por el incendio que consumió, el pasado martes, la casa que arrendaba.

El hombre y su familia  esperaban  ayer en la mañana, que personas del sector los ayuden con alimentos y ropa.

Yaucan se mostró molesto por las versiones equivocadas, según él, sobre las causas del incendio. “Decían que yo guardaba juegos pirotécnicos en la casa, pero eso es mentira”.