Nada más ofensivo, humillante y desolador  acercarse a las puertas de una casa de salud y no recibir atención por no tener la suficiente solvencia económica. Surge la pregunta: ¿el Hospital Universitario es público o privado?

Si se tratara de un servicio privado no hay nada que analizar, pero, si fuere de servicio público, la Constitución vigente en su sección séptima, artículo 32 reza: la salud es un derecho que garantiza el Estado... El Estado garantizará  este derecho mediante políticas económicas, sociales, culturales, educativas... La prestación de servicios de salud se regirá por los principios de equidad, universalidad, solidaridad, interculturalidad, calidad, eficiencia, eficacia, precaución y bioética, con enfoque de género y generacional. Por lo tanto, siendo la Universidad de Guayaquil, pertenencia del Estado, el Hospital Universitario consecuentemente es del Estado, es público y  el Estado debe garantizar el derecho a la salud de los habitantes no solo de La Prosperina y Bastiones sino de cualquier ciudadano radicado en este país.

Cometen un error la autoridad superior de la Universidad de Guayaquil y la administración del Hospital Universitario al condicionar económicamente la atención a quienes ingenuamente acuden a sus puertas, habitualmente los más pobres. Probablemente el argumento para que se haya mantenido esta situación de discrimen al punto de convertir a esta casa de salud en entidad privada, atropellando la Constitución en su sección correspondiente, sea la operatividad financiera que demanda mantenerla. Argumento no válido porque de una casa de salud pública, si ese fuera el caso del Hospital Universitario, lo que menos se esperaría es su rendimiento económico;  lo que justificaría su existencia siendo público, es el servicio; y tratándose de universitario, el rendimiento académico y científico que única y exclusivamente lo podrán lograr los preparados para aquello, la comunidad de Ciencias Médicas, sus profesores y estudiantes actuando previo concurso de méritos.

Publicidad

Es necesario que alguien dé explicaciones y respuestas.

César Bravo Bermeo,
doctor, Guayaquil