Rothman Salazar, el joven otavaleño que fue deportado de Bélgica el pasado 30 de agosto, se muestra contento y más tranquilo luego de conocer que ese país le aprobó la visa de estudiante. El documento le permitirá volver a Bruselas, la capital belga en donde residió los últimos seis años junto con su madre y hermanas.
Conoció la noticia por medio de su mamá, Nuria Perugachi, quien telefónicamente le informó que el documento estaba listo y que lo único que faltaba era conseguir un cupo de avión para que pueda regresar.
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“Conozco que una familia de Bélgica se hizo cargo de mi caso y ayudó a tramitar los papeles, incluso sé que estuvieron en la embajada belga en Lima”, expresa el muchacho de peinado punk y grandes cejas. No oculta su felicidad porque “al fin” podrá volver a estar con sus parientes y su novia, Christiane.
Pero lo más importante, según él, serán sus estudios en el Instituto Superior Paul Heri Spack, en donde aspira alcanzar, luego de cinco años, el título profesional en automatización e informática. Sabe que las clases ya empezaron, pero es optimista y cree en su capacidad. “Si pongo todo el empeño me podré igualar a mis nuevos compañeros”, refiere.
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¿Y una vez que termine sus estudios? “Ojalá hasta ese tiempo ya se regularice mi situación, caso contrario me tocará volver a Ecuador, trabajar y poner en práctica todo lo que he aprendido allá”, responde.
Durante su estancia en Otavalo (más de 50 días), Rothman, de 19 años, tuvo que volver a readaptarse al clima, costumbres y la comida que le han brindado su abuelo Jorge, tíos y demás parientes.
Admite que le costó mucho hacer amigos, por eso el mayor tiempo lo pasaba ayudando a su tía María José en un negocio de copiadoras, ubicado en el centro de esta ciudad. También se dedicó a actualizar sus documentos personales como el pasaporte, cédula de ciudadanía y la papeleta de votación.
El acercamiento con su papá, Sixto Salazar, con quien no había tenido contacto durante años, es otra de las cosas que rescata el muchacho. “Conversamos mucho y el afecto que recibí de él también fue bueno; además, me entretuve mucho en un almacén de ropas que tiene”, expresa.
Los trámites para la consecución de un pasaje de avión seguirán en estos días, por lo pronto, Rothman hablará todos los días por teléfono con su madre para conocer alguna otra novedad. “Máximo hasta la primera semana de noviembre espero para volver a estar junto a los míos”, finaliza.