El destacado físico británico Stephen Hawking inauguró en la Universidad de Cambridge, Reino Unido, un reloj que algunos ya consideran el más extraño del mundo. El reloj no tiene números ni manecillas, pero en su esfera –chapada en oro– hay 60 hendiduras, que se iluminan para indicar la hora.  Sobre él se desplaza un gigantesco saltamontes, bautizado como cronófago o devorador del tiempo. Cada paso que da  marca un segundo y sus movimientos generan destellos de luces azules que viajan por la esfera hasta detenerse en la hora exacta. Pero el reloj solo indica la hora con precisión cada cinco minutos. El resto del tiempo las luces únicamente  sirven de adorno. Homenaje a John Harrison Hawking, profesor de matemáticas en Cambridge y autor de Historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros, fue el huésped de honor en la ceremonia de inauguración del reloj, en el colegio de Corpus Christi. Su creador, John Taylor, se especializa en la medición del tiempo y dijo que su intención es fomentar el interés en este ámbito científico. En la fabricación del reloj, a un costo de $ 1,8 millones, trabajó un equipo de ocho ingenieros y artesanos, durante cinco años. Taylor diseñó el aparato como homenaje al fabricante de relojes inglés John Harrison, quien resolvió el problema de la longitud en el siglo XVIII. Harrison también inventó el escape saltamontes, un pequeño dispositivo interno que libera el engranaje de un reloj cada vez que oscila su péndulo Taylor, de 72 años de edad, dijo que su saltamontes también sirve para recordar que “el tiempo es un destructor: cada minuto desaparece algo que uno no puede recuperar jamás”. El inventor le regaló el reloj a Corpus Christi, el colegio donde estudió en 1950.