Hasta hace poco, Matthew Figured, maestro de catecismo en la Iglesia Católica Sagrado Rosario, en Scranton, no podía decidirse por qué candidato votar en las elecciones.

Había observado a los católicos progresistas trabajar con el Partido Demócrata en los últimos cuatro años para recordarles a los fieles del respaldo del partido a las enseñanzas católicas en lo referente a la guerra de Irak, la inmigración, la atención médica y la reducción en los índices de aborto.

Publicidad

Sin embargo, un obispo local entonces le prohibió al senador Joseph R. Biden Jr., nominado vicepresidencial demócrata, recibir la comunión por su respaldo al derecho al aborto, Por último, los obispos reprendieron a otra demócrata católica, Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, por contradecir en público las enseñanzas de la iglesia sobre el aborto.

Ahora, cree que votará por el candidato republicano, el John McCain. “La gente debería poner en orden sus creencias religiosas antes de empezar a tomar decisiones políticas”, dijo Figured, de 22 años.

Publicidad

Nuevamente se recrudece la lucha dentro de la iglesia sobre cómo deben pensar los electores católicos respecto al aborto. Los partidistas políticos preparan una batalla sin cuartel por el respaldo de los católicos en ciudades como Scranton, que podrían decidir el voto en estados donde la contienda es apretada.

El voto católico, en otro tiempo confiablemente demócrata, se ha dividido casi a la mitad en las contiendas presidenciales recientes.

Los católicos representan casi una cuarta parte del electorado y aproximadamente una tercera parte en los muy disputados estados de Michigan, Missouri, Ohio y Pennsylvania.

Scranton es el enfoque de atención especial este año. El senador Barack Obama de Illinois, que por lo general tuvo un pobre desempeño entre los católicos en las primarias, perdió el circundante Condado de Lackawanna por un porcentaje de tres a uno en las primarias demócratas frente a Hillary Rodham Clinto.

Muchos seguidores de Clinton, en Scranton, dijeron tener pensado votar por el senador demócrata Obama. Algunos explicaban que se alineaban con sus sindicatos en lugar de con la iglesia y otros repetían argumentos liberales de la doctrina de la iglesia más allá del aborto.

Después de las elecciones del 2004, los católicos progresistas empezaron a organizarse y parecieron conseguir algunas victorias. En otoño del año pasado, la conferencia de obispos alteró su declaración oficial sobre las prioridades del voto para permitir explícitamente que los católicos voten por un candidato, que apoye el derecho al aborto, si lo hacen por otras razones. La declaración parecía dejar espacio para que los demócratas argumenten que los programas sociales eran una forma eficaz de reducir los índices de aborto, idea que el partido incorporó a su plataforma.

El debate ya se libra en la sección de cartas al editor del periódico de Scranton, dijo Jean Harris, politóloga en la Universidad de Scranton, institución dirigida por jesuitas.

“Es un debate en curso entre los católicos que dicen que ‘el aborto es la única problemática’ y otros que dicen que ‘hay que ver la doctrina total de la iglesia”, dijo.