La infraestructura se levantó con la finalidad de instruir a la ciudadanía fluminense de las diversas culturas que existieron y de las actividades a las que estas personas se dedicaban.
“Nos debemos sentir orgullosos de que en nuestra tierra existiera una de las culturas más grandes de América, como fue la Chorrera”, expresa Salas, a la vez que habla sobre los restos arqueológicos de otras culturas que tiene el museo.
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Cumandá Campi Cevallos, rectora del plantel, explica que la idea de hacer este museo nació de las propias estudiantes que residían, en su mayoría, en las zonas rurales de la ciudad, hace unos 20 años, cuando el plantel era solo para señoritas.
Ellas contaban que en los recintos donde vivían se hicieron los entierros con los utensilios de los indios y que se estaban dañando, lo que motivó a que profesores y alumnos se organizaran para visitar los sitios donde estaban los vestigios.
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Con palas, picos, brochas y cabos, ellos lograron obtener algunas piezas valiosas que hoy se las exhibe en el museo. “Con el pasar del tiempo hemos adquirido más piezas y es por eso que volvimos a reinaugurar el museo”, puntualizó Campi.
La rectora del plantel comenta que solicitaron el respectivo permiso al Banco Central y también el apoyo para capacitar a dos profesores: Carmen Hidalgo Manzo (fallecida) y Lavive Abraham Morán.
También recibieron el apoyo del arqueólogo Javier Véliz Alvarado, con quien se clasificaron las piezas, de acuerdo a la cultura a la que pertenecen.
Verónica Carmona, ex estudiante del ITSB, dice que tener un museo en la ciudad resulta útil para que los babahoyenses conozcan sus antepasados.