Personal militar y trabajadores del Departamento de Obras Públicas del Municipio de Baños abrieron ayer en forma manual una zanja para desfogar el agua que quedó represada en el área del Nahuazo, como consecuencia de deslizamientos registrados desde el viernes pasado.
El alud destruyó el complejo de las piscinas de aguas termales de El Salado y en el barrio Las Ilusiones arrasó la casa de Norma García, producto de lo cual desaparecieron dos de sus cuatro hijos (Marco, 7 años y Jair Guzmán García, 4).
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Tras una caminata de alrededor de dos horas el grupo llegó a la zona alta del río Vazcún, en donde estaba el embalse.
El director de Obras Públicas del Municipio de Baños, Fernando Quinga, dijo que el lugar está en constante monitoreo para constatar que el agua fluya en forma normal.
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El funcionario aclaró que los deslizamientos de material en la zona son permanentes, como consecuencia de la deforestación excesiva por parte de los propietarios de los terrenos del sector, por lo que se colocó personal voluntario tanto en la parte de El Salado, así como en las partes bajas del río Vazcún, para evacuar si era necesario.
Quinga indicó que se alertó sobre el desfogue para que en el puente nuevo del río Vazcún se tomen precauciones con el paso de vehículos debido a que la estructura quedó afectada.
No llegó apoyo
El presidente del barrio Las Ilusiones, Pedro Moreta, lamentó el incumplimiento del compromiso del gobernador de Tungurahua, Fernando González, de enviar personal especializado y perros amaestrados para ayudar en la búsqueda de los dos menores que desaparecieron el viernes en la noche.
“Estamos peor que cuando ocurrió el percance porque incluso los militares que estuvieron ayudando en la búsqueda, se trasladaron a la parte alta del Nahuazo para ayudar en el desfogue del agua”, dijo Moreta.
Insistió en intensificar la búsqueda porque hay desesperación entre los familiares de los menores desaparecidos y los vecinos del barrio.
Abuelo
Uno de los que participa en esta búsqueda es Manuel García, abuelo de los menores, quien sortea con dificultad los montículos de lodo y piedras que quedaron tras un deslave registrado el pasado viernes en esta localidad.
El octogenario no pierde la esperanza de encontrar los cuerpos de sus nietos y aunque se muestra sereno y calmado, cuando recuerda los acontecimientos del viernes en la noche, sus ojos se llenan de lágrimas.
Recordó que el más pequeño de sus nietos, Jair Guzmán, de 4 años, todas las noches, desde hace aproximadamente tres años, llegaba a su casa a dormir con él y su esposa, Graciela Herrera, pero que justamente el día de la tragedia no fue y más bien llegó su hermano mayor. “Mi guagua se salvó de milagro”, añadió con su mirada perdida.