Así se refirió Carlos, un recluso colombiano de 24 años que entró a la penitenciaría de Cuenca hace diez meses, sobre los cursos para forjar elementos a base de hierro.

En este taller, de 80 horas, participaron 20 internos de la cárcel de varones de la capital azuaya, pero 16 lo culminaron.

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El curso lo dirigió el Centro de Reconversión Económica del Azuay, Cañar y Morona Santiago (CREA).

En la clausura del proyecto, que se realizó  el pasado jueves en el auditorio de la cárcel, los internos expusieron sus obras, entre las que destacaron apliques de pared, candelabros y marcos para espejos.

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En algunos objetos se escribieron los signos del zodiaco y el nombre de una mujer.

Freddy Quezada, instructor del taller, refirió que a los aprendices “poco a poco les gustó al ver la transformación del hierro en figuras, incluso no querían salir de los talleres y ahora es una distracción; posteriormente podría ser un medio de subsistencia”.

El CREA invirtió $ 800  provenientes del rubro de capacitación artesanal para contratar al instructor Freddy Quezada, quien por horas se separó de su taller y, al principio con temor, aportó con sus conocimientos y material a sus pupilos.

Ahora la meta es hacer un segundo curso que permita realizar una producción en serie y trabajar con pedidos de empresas que venden artesanías producidas en talleres del CREA, que apoya la capacitación de internos desde el 2001.

Este tipo de actividades, según Romeo Silva, director nacional del Centro de Rehabilitación, puede considerarse en la disminución de penas de hasta el 50%.