Dayron Robles, el dueño del récord del mundo en 110 m vallas, también tiene el oro olímpico.
Dayron Robles Plana, corriendo siempre con sus eternos lentes, confirmó ayer en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 que es la última gran joya de la escuela cubana al coronarse campeón de los 110 metros vallas y dejar atrás de una vez por todas sus dudas y tribulaciones.
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Con un tiempo de 12 segundos y 93 centésimas en la final del Nido de Pájaro, el Dios de ébano logró la histórica gesta de dar su primer oro en atletismo a Cuba en estos Juegos Olímpicos. A Beijing llegaba siendo dueño del récord mundial (12s87cs) y allí se quedó sin su principal rival, el chino Liu Xiang, lesionado.
El talento del prodigio cubano de Guantánamo, de 21 años, quedó patente en Ostrava, en la República Checa, cuando batió la plusmarca mundial con un crono de locura. Entonces empezó a olvidar los nervios que parecían perseguirle en las grandes citas, tras varias actuaciones decepcionantes.
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El éxito de Dayron Robles no es nuevo para la ‘escuela cubana’ de saltadores de vallas, que ya ha conocido grandes resultados anteriormente, como el del plusmarquista mundial Alejandro Casañas (13s21cs en 1977) y el del campeón olímpico en Sídney 2000, Anier García, al que acaba de emular.
En los años 60 llegaron a la isla entrenadores procedentes de la ex Unión Soviética y la ex República Democrática Alemana (RDA), que contribuyeron al desarrollo de esta disciplina, que exige velocidad y técnica.
“Sí, soy el número uno porque tengo el récord mundial y soy campeón olímpico”, afirmó Robles, tras la carrera que ganó por delante de los estadounidenses David Payne (13s17cs), medalla de plata, y David Oliver (13s18cs), bronce.
‘CORRIÓ CON EL CORAZÓN’
Dayron Robles “corrió con el corazón”, afirmó su madre, Regla Plana, por teléfono desde su casa en Guantánamo.
“Corrió muy bien, con el corazón, y todo el mundo está muy contento, la casa llena de gente, todo el mundo le manda su apoyo”, dijo su progenitora.
El triunfo “él se lo merecía”, dijo Plana. “Y nosotros también”, añadió un familiar, cuya voz se escuchó entre risas.