La cúpula de la Iglesia Católica evitó pronunciarse públicamente sobre el pedido que hizo el presidente Rafael Correa a los jóvenes para que no se dejen “catequizar y pierdan el miedo a las sotanas”, ante las diferencias que mantiene con el clero sobre la nueva Constitución.

Ayer, autoridades de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE)  y el cardenal Nicolás López Rodríguez, delegado del Vaticano en representación del papa Benedicto XVI, en el III Congreso Americano Misionero de la Iglesia Católica, que se realiza en Quito, bajaron el nivel de confrontación con el mandatario y aclararon el rol de la Iglesia ante la política.

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“Nadie puede discutir que la misión de la Iglesia no es política, Jesucristo envió a la Iglesia a evangelizar”, precisó el delegado del Vaticano y  arzobispo de Santo Domingo.

Semanas atrás, Correa acusó a los sacerdotes de ser actores políticos que desde los púlpitos están impulsando el No para la consulta; incluso, el presidente del Tribunal Supremo Electoral, Jorge Acosta, llamó a la Iglesia a inscribirse como sujetos políticos para la campaña.

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El presidente de la CEE, Antonio Arregui, negó que exista una participación directa del clero en el proceso y aclaró que únicamente cumplen con su misión de evangelizar.

El cardenal Antonio González, sin embargo, justificó ciertas acciones particulares del clero en la vida política del país. “La Iglesia tiene que, incluso, intervenir en política para dar orientaciones morales a fin de que esta acción política  pueda ser bien enderezada”.

Las declaraciones las realizaron los sacerdotes asistentes al Congreso,  al que concurren  cientos de obispos, sacerdotes y más de  tres mil misioneros.

Mientras tanto, el grupo Impunidad Jamás enviará un oficio al papa Benedicto XVI para que se  informe si  Arregui está autorizado para hablar sobre temas políticos.

“Pedimos que se lo destituya con los máximos deshonores”, dijo María Isabel Morán, líder del grupo, tras subrayar que Arregui incumplió el tratado de Modus Vivendi.